Una serie de agresiones contra sacerdotes e iglesias católicas en lo que va del 2017 está tensando aún más la relación entre el clero y el régimen de Venezuela, enfrentados por la grave crisis socioecónomica y política en el país.
A finales de enero unas 20 personas entraron en la Iglesia San Pedro Claver, en el barrio 23 de enero de Caracas, gritando insultos contra los presentes y los sacerdotes. «¡Satanás con sotana!», «¡Fascistas!» y «¡Chávez vive» estaban entre las consignas según la agencia Reuters.
En ese momento el líder del grupo interrumpió la misa y se subió al púlpito para denunciar al sacerdote de la parroquia por criticar públicamente al presidente Nicolás Maduro.
«Dijeron que como allá los curas hablan de política, nosotros también tenemos derecho de hablar», contó a Reuters Luis Arias, un profesor de catecismo de 67 años que estaba presente.
Se trató de la última de una serie de agresiones contra iglesias en Venezuela, ya que ese mismo día la policía interrumpió una misa en Maracaibo, según consigna la agencia católica CNA.
Mientras que a principios de año hubo una protesta de militantes del Gobierno frente a la casa del arzobispo Antonio López, en la ciudad central de Barquisimeto, luego de que el sacerdote se refiriera a la «miseria» traída por el chavismo.
También en ese momento hubo piedrazos contra la catedral de Caracas.
En tanto, en diciembre de 2016 un grupo de asaltantes armados saqueó un monasterio en el estado de Mérida y poco antes otra banda golpeó y desnudó a un grupo de seminaristas en el mismo estado.
«Esa lista a mi juicio indica que no son eventos aislados, sino que hay una conexión entre ellos», dijo a Reuters el arzobispo Diego Padrón, presidente de la Conferencia Episcopal de Venezuela, la principal autoridad eclesiástica en el país.
Venezuela es un país profundamente religioso en el que los representantes de la Iglesia católica han tomado una actitud frontal contra el chavismo y el gobierno de Nicolás Maduro, alertando sobre la inflación descontrolada, la escasez de productos básicos, la creciente pobreza, una de las tasas más altas de homicidio del mundo y la tensión política en las calles.
Incluso a finales de 2016, el Vaticano participó en las conversaciones entre Gobierno y oposición que luego se derrumbaron ante la falta de común acuerdo.
Por su parte el chavismo acusa a la Iglesia de «ser parte de la derecha» y de impulsar una guerra entre la oposición y el Gobierno para derrocar a Maduro.