Cuando el presidente Donald Trump firmó en enero su primera prohibición de ingreso a Estados Unidos de personas de siete países musulmanes, se paró él mismo frente a las cámaras para anunciarlo e incluyó en su lista negra a Irak.
La nueva orden prohíbe por 90 días la entrada a EE.UU. de personas de seis países predominantemente musulmanes y entrará en vigencia el 16 de marzo.
Pero un mes después de que aquella polémica orden ejecutiva fuera bloqueada por la justicia tras generar caos en aeropuertos de todo el país, Trump emitió otra con diferencias importantes, incluida la ausencia de Irak en la lista… y de él mismo en el anuncio público.
La nueva orden prohíbe por 90 días la entrada a EE.UU. de personas de seis países predominantemente musulmanes e incluye un veto de 120 días para todos los refugiados, que comenzará a regir el 16 de marzo.
La medida responde a una promesa de campaña de Trump de crear «un bloqueo total y completo de los musulmanes que ingresan a Estados Unidos», invocando motivos de seguridad nacional.
«La política de Estados Unidos es proteger a sus ciudadanos de los ataques terroristas, incluidos los cometidos por ciudadanos extranjeros», señala al inicio el documento firmado este lunes por Trump.
Esta vez Trump no anunció el veto migratorio como sí lo hizo en enero.
Pero algunos expertos sostienen que la medida persigue fines de política doméstica antes que de seguridad nacional, y otros señalan que las diferencias entre las dos órdenes firmadas por Trump exponen las fallas de la primera.
«Ciertamente la primera fue hecha a las prisas y con un aparente deseo de no dejar que nadie de afuera (del círculo cercano al presidente) lo supiera, por temores a filtraciones», dice Mark Peterson, profesor de política pública en la Universidad de California en Los Ángeles.
«Como resultado terminaron creando un lío y mucho caos», asegura Peterson en conversación con BBC Mundo.
Sin embargo, ¿podrán las modificaciones efectuadas evitar los problemas causados antes y sobrevivir a nuevos retos en la justicia?
Irak borrado de la lista
La nueva prohibición de viajes a EE.UU. afecta específicamente a ciudadanos de Siria, Irán, Libia, Somalia, Sudán y Yemen.
Desde la primera prohibición, diferentes expertos advierten que nada indica que los ciudadanos de esos países representen una amenaza especial para los estadounidenses o hayan participado con mayor frecuencia que otros en ataques al país.
«La justificación para esto creo que tiene que ver mucho más con política doméstica que con cualquier preocupación genuina de seguridad nacional», dice Nathan Brown, un especialista en Medio Oriente de la Universidad George Washington, a BBC Mundo.
Al anunciar la orden de Trump este lunes, el secretario de Estado, Rex Tillerson, aludió directamente a la ausencia de Irak en la lista explicando que, tras una «revisión intensa», se habían identificado con ese país medidas para mejorar el proceso de escrutinio de quienes aplican a visas para entrar a EE.UU.
«Como resultado de este aumento en el intercambio de información, los ciudadanos iraquíes no se ven afectados por la orden ejecutiva», indicó un texto explicativo divulgado por el Departamento de Seguridad Interior.
El primer veto migratorio desató manifestaciones en varias ciudades de EE.UU.
Sin embargo, Brown cree que puede haber otras razones.
«Es difícil decir con precisión porque todo el proceso es tan oscuro y tiene una justificación de seguridad muy delgada, pero tengo que creer que hay demasiadas personas dentro del sistema que trabajan con los iraquíes que fueron cubiertas por la primera prohibición, que había resistencias a incluirlos en la reedición», dice el experto.
Y señala que el hecho de que Irak sea un aliado clave de Washington en la lucha contra Estado Islámico también pudo haber pesado.
«De hecho otros países cercanos a EE.UU. como Arabia Saudita y Egipto tampoco han sido cubiertos por el veto», compara.
Trump ausente
Cuando anunció su primer veto migratorio en enero, Trump repitió su polémico lenguaje de campaña.
«Estoy estableciendo nuevas medidas de control para mantener a los terroristas islámicos radicales fuera de los Estados Unidos de América», dijo Trump en una conferencia junto al su flamante secretario de Defensa, James Mattis.
«No los queremos aquí», continuó.
Sin embargo, este lunes Trump firmó su segundo veto migratorio en privado, sin apariciones públicas.
La tarea de presentar la nueva orden estuvo a cargo del secretario de Estado Tillerson, del fiscal general, Jeff Sessions, y del secretario de Seguridad Interior, John Kelly.
Empresas privadas y asociaciones civiles se manifestaron en contra del veto migratorio de Trump.
La ausencia de Trump ocurre en un momento delicado para el presidente.
Miembros de su gobierno, incluido el propio Sessions, están siendo cuestionados por contactos reservados que mantuvieron en la campaña con funcionarios de Rusia, país acusado por los servicios de inteligencia de EE.UU. de interferir en las elecciones para favorecer a Trump.
El fin de semana, Trump replicó acusando sin pruebas a su antecesor, Barack Obama de haberlo espiado durante la campaña, lo que generó mayor tensión política y dudas sobre su propia forma de gobernar.
Peterson sostiene que como Trump ya mostró a su base electoral que está abordando el tema de la inmigración, con su primer veto migratorio u ordenando construir el muro en la frontera con México, «ahora actúa de forma más calma, en medio de todas estas otras cosas que están ocurriendo».
¿Desafíos legales?
Otra diferencia importante es que la nueva orden ejecutiva de Trump evita incluir a aquellos que ya tengan visas válidas para entrar a Estados Unidos o quienes sean residentes permanentes legales en el país.
Además, en vez de prohibir por tiempo indeterminado el ingreso de refugiados de Siria como ocurría antes, el nuevo documento lo hace específicamente por 120 días.
El texto también parece haber evitado darle prioridad a minorías religiosas, lo que motivó las críticas y demandas que enfrentó en la justicia la primera prohibición de Trump.
Y ofrece un margen de dos semanas para que sean implementadas las medidas, mientras la orden anterior tenía efecto inmediato, lo que también fue cuestionado por jueces preocupados de que hubiera suficiente tiempo para que los afectados se enteraran.
En lugar de Trump, tres miembros de su gabinete anunciaron el nuevo veto migratorio.
Todo esto podría ayudar a reducir la confusión que surgió en enero tras la primera prohibición, con personas con visas de ingreso a EE.UU. siendo rechazadas y enviadas de regreso a sus países, en medio de protestas en aeropuertos.
Trump «se preocupó de los temas que produjeron semejante drama la primera vez, pero de todos modos tendrá un impacto en refugiados e inmigrantes de otros países, aunque de forma más silenciosa», afirma Peterson.
El fiscal general Sessions sostuvo durante el anuncio que, para el gobierno, la nueva orden es legal (aunque insistiendo en que la primera también lo era).
Sin embargo, todo indica que esta también podría enfrentar desafíos legales por parte de quienes creen que sigue faltando evidencia de que las personas vedadas por Trump supongan una amenaza de seguridad.
«Esta orden ejecutiva, como la última orden, es en su esencia una prohibición musulmana», sostuvo en un comunicado Ninhad Awad, director ejecutivo del Consejo de Relaciones Americano Islámicas. «Lo cual es discriminatorio e inconstitucional», agregó.