Restan apenas seis semanas para las decisivas elecciones presidenciales de Brasil y todo sigue en el aire.
La candidata ecologista Marina Silva, que en 2014 consiguió el 43% de los votantes evangelistas, ha perdido el respaldo de estos influyentes sectores, que parecen inclinarse en favor de las posturas conservadoras del ultraderechista Jair Bolsonaro.
Este grupo religioso, que ha crecido desde los últimos comicios (pasando del 20% al 25% de la población electoral), aportaría el 12% de sus votos a la candidata de Rede, mientras que Bolsonaro, pese a su retórica discriminadora, reúne el 26% de las preferencias del sector, un porcentaje casi 10 puntos superior al que registra entre los católicos, su propia religión.
Sin esta pérdida de votos, Silva, que es evangélica, podría estar más cerca de liderar las encuestas presidenciales y asegurar su presencia en un ballotage. Los sondeos que excluyen a Lula da Silva, cuya candidatura se prevé impugnada por la justicia electoral, otorgan un 20% para Bolsonaro y 12% para la candidata ecologista.
«Creíamos que ella era nuestra candidata. Cuando llegó la cuestión del aborto, del matrimonio homosexual, ella no se posicionó», lamentó el diputado Marco Feliciano, uno de los principales nombres de la bancada evangelista en la Cámara de Diputados, según recoge Estadao.
«Con la historia del plebiscito, ella nos traicionó».
Aunque ella no está de acuerdo con el aborto o con el matrimonio homosexual, ha propuesto realizar un plebiscito para definir su situación legal. Ha lanzado un programa más a la izquierda del que publicó en 2014, tratando de captar a los sectores afines a Lula, cuyo candidato que asoma para reemplazarlo, Fernando Haddad, todavía es desconocido por millones de electores.
Silva y Bolsonaro protagonizaron uno de los momentos más álgidos de los debates presidenciales, precisamente en torno a la interrupción del embarazo. «Tenemos aquí una evangélica que defiende el plebiscito del aborto y de la marihuana», le encaró Bolsonaro, a lo que Silva respondió:
La ecologista parece no temer este retroceso entre las Iglesias conservadoras. En una entrevista con un pastor, afirmó que «el Estado es laico, gracias a Dios», y remarcó que planea dialogar «con todos los brasileños, independientemente de su credo».
«Usted cree que puede resolver todo con el grito y con la violencia», en referencia directa a las ideas del ultraderechista.
A su vez, Bolsonaro continúa reuniendo apoyos de los sectores que se oponen a la presunta «ideología de género». En un encuentro en abril con pentecostales, exclamó:
«Me enorgullece decir que soy temeroso de Dios. Soy católico, pero casado con una evangélica».