El 20 septiembre de 2006 el padre de esta tragedia que arropa a Venezuela y sus habitantes, hablaba en Naciones Unidas. Chávez el embustero mayor, el padre del saqueo, el traidor más grande que ha parido mujer venezolana, gozando de la adulancia que le daba haber puesto en aquel tiempo a caminar la gran chequera petrolera por América Latina y por otras partes del mundo, se dirigía a los jefes de estado presentes para injuriar al presidente norteamericano de la época, George W. Bush. Decía aquel tropero infame: Ayer vino el Diablo aquí, ayer estuvo el Diablo aquí, en este mismo lugar. ¡Huele a azufre todavía esta mesa donde me ha tocado hablar! Ayer señoras, señores, desde esta misma tribuna el Señor presidente de los Estados Unidos, a quien yo llamo «El Diablo», vino aquí hablando como dueño del mundo».
Las mismas mentiras que han repetido por décadas otros tiranos y asesinos también se le escucharon al que ya tenía en marcha la destrucción de Venezuela. Los manoseados cuentos sobre las apetencias del Imperio, echados por un ladrón que ya saqueaba las arcas del estado y se repartía Venezuela con los tiranos cubanos, con los hampones Kirchner y con todo cómplice que le secundara su obsesión de eternizarse en el Poder. Vomitando odio y escupiendo complejos Hugo Chávez bramaba en esa tribuna de la ONU sobre lo que calificaba como «¡Fuego imperialista! ¡Fuego fascista! ¡Fuego asesino! Y fuego genocida el del Imperio y el de Israel» y ¡Ojo! cómo no tomar en cuenta lo dicho por el tropero ladrón y 12 años después por su «Legado» Nicolás Maduro en esa misma tribuna y que cito para que no quede inadvertido, porque es el mismo libreto, la misma cartilla la de Maduro diciendo ahora en la ONU que «vamos mal por culpa de EEUU e Israel», confirmando que estos engendros del castrocomunismo comulgan con el terrorismo islámico y cultivan con esmero ese burdo y criminal antisemitismo de la izquierda canalla.
Ese siniestro verdugo que mata de hambre a millones de seres en un país que convirtió en guarida y en fosa de cadáveres y de sueños rotos tiene el descaro de negarlo todo: el hambre, la violencia, la represión, el saqueo y ese éxodo indetenible que representa la crisis migratoria más grande del continente. Este delincuente quien con su pandilla continúo el saqueo y la destrucción iniciados por Chávez y los chulos cubanos, allá en la ONU todo quejica dice frente a un auditórium casi vacío integrado por algunos tiranos y también por funcionarios de muy bajo rango que «su gobierno no puede utilizar el dólar estadounidense» y pide -después de haber inventado que se sentaría a hablar con el presidente estadounidense- que quiere reunirse con él «Cara a cara», como si querer fuera poder… Mentiras y más mentiras en una perorata larga, plena de errores y absurdos, comenzando por presentarse como quien lleva «La verdad de un pueblo luchador» un canalla al que más del 80% del país lo rechaza.
Maduro, el verdugo con el ridículo cuento de un atentado que nadie cree y que es parte del guión castrocomunista que le dictan desde La Habana y con el que actúa en la ONU donde cree que un forajido como él engañará a Donald Trump y su administración diciendo que «a pesar de las diferencias históricas, ideológicas y sociales estoy dispuesto a hablar con agenda abierta sobre todos los temas que quiera hablar (…) Creemos en el diálogo político, como la forma de solucionar los conflictos».
Muy rápidamente quedaron en evidencia sus patrañas y sus pretensiones absurdas. El mundo todo vio al tirano desalmado expeliendo acusaciones contra los gobiernos de Estados Unidos y contra todos los que se unen y buscan la liberación de Venezuela y el final de la más asquerosa y letal narcotiranía. A todos les endilga que conjuntamente con Donald Trump tienen una campaña de «agresión permanente» contra Venezuela como si él y la banda delincuencial que lo acompaña representaran a nuestro país. Nervioso asegura que se está preparando y justificando una intervención militar y no pierde oportunidad para recusar nuevas sanciones impuestas por la Casa Blanca contra la pandilla roja.
Regresa al país donde la tragedia no es que siga igual sino que se agudiza hora a hora, porque como bien decía el poeta cubano Reinaldo Arenas «… Cuba es un país que produce canallas, delincuentes, demagogos y cobardes en relación desproporcionada a su población.» Y hoy Venezuela provincia de esa Cuba tiranizada desde hace 6 décadas es igual…
Regresó pues Maduro a este valle de lágrimas, regresó con la misma cantaleta después del ridículo hecho en la ONU repitiendo y repitiendo «Estoy preparado para reunirme con el presidente Trump» y lo dice aunque este declare que «Venezuela es un desastre y hay que limpiarlo». Regresó más prendado y comprometido con tiranos brutales a los que entrega nuestra soberanía y recursos… Regresó después de ofrecerles a cubanos, a chinos, a rusos e iraníes que con él en el poder pueden seguir robándonos y depredándolo todo… Regresó feliz de que el brutal dictador Erdogan declare que «no le dejará solo» y que pronto vendrá para irrespetar más y más nuestros deseos de libertad y democracia.
¿Hasta cuándo tendremos que seguir padeciendo esta tiranía, esta vergonzante realidad de ver delincuentes atornillados y largos sufrimientos como parte de lo cotidiano? ¿Hasta cuándo volver a escuchar a los cómplices abyectos de la MUD y sus franquicias arengando y preparando una nueva farsa electoral con la que se atornille más la narcotiranía? Qué pasa que no tomamos como máxima lo dicho por William Shakespeare y tenemos como alerta que «La clemencia que perdona a los criminales es asesina» y no nos resignamos a hacer cierto que «Cada sociedad tiene el tipo de criminal que se merece.» como tanto alertaba Robert Kennedy.
Rechacemos este hedor a narcodelincuentes, esta fetidez que expelen tiranos asesinos, rechacémoslo tanto en la ONU como en esta nación vejada y atormentada donde millones de víctimas claman justicia.
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