Los brasileños elegirán hoy a quien será por los siguientes 4 años presidente de la mayor potencia de América Latina, lo harán luego de una dura campaña dominada por rabia y la revancha contra la corrupción de los partidos tradicionales.
Jair Bolsonaro, principal favorito, un ex capitán del Ejército, de 63 años, dirimirá la segunda vuelta con Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores, de 55. En la primera vuelta obtuvieron respectivamente 46% y 29% de los votos.(Jair Bolsonaro promete «barrer Brasil con los rojos marginales»)
Las últimas encuestas, divulgadas la noche del sábado, dan a Bolsonaro de ocho a diez puntos de ventaja (54%-46% según Ibope y 55%-45% en Datafolha) sobre su rival.
Haddad acortó distancias (a mediados de octubre Bolsonaro le sacaba 18 puntos de ventaja), pero le habrá faltado tiempo para una eventual remontada, según los analistas.
Aun así, Bolsonaro llamó a sus partidarios a no bajar la guardia. «Las elecciones no están ganadas, tenemos que luchar hasta último momento», dijo el sábado en un video colgado en Facebook.(Jair Bolsonaro con pie y medio en la presidencia de Brasil: conquista el 59% de intención de voto )
Las oficinas de voto abrirán a las 8.00 locales (11.00 GMT) y las últimas cerrarán a las 22.00 GMT. Los resultados deben conocerse en poco más de una hora luego del cierre, en este país con 147,3 millones de empadronados y donde la votación es electrónica.
Quien resulte electo sustituirá el 1º de enero de 2019 al conservador Michel Temer, el presidente más impopular desde el retorno de la democracia, que asumió en 2016 tras la destitución de Dilma Rousseff, del PT, acusada de manipular las cuentas públicas.
Haddad recibió apoyos importantes después que el domingo pasado Bolsonaro, un nostálgico de la dictadura militar (1964-85), amenazó con virulencia a sus adversarios de izquierda: «O se marchan o van a la cárcel. Esos marginales rojos serán desterrados de nuestra patria», proclamó.
«Por primera vez (…) un candidato me inspira miedo. Por eso, votaré a Fernando Haddad», tuiteó el sábado el ex presidente de la corte suprema Joaquim Barbosa, que había conducido en 2005 el primer gran juicio de corrupción contra el PT.(La Policia de Brasil acusa de cumunicación de falso crimen a la joven con la esvástica grabada en su cuerpo)
El ex alcalde de Sao Paulo fue designado candidato en septiembre, en reemplazo del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), que purga una pena de 12 años de cárcel por corrupción.
Su despegue se dio sobre la base de millones de brasileños que se beneficiaron de las políticas de inclusión social de Lula.
Pero esa identificación disparó también su índice de rechazo, ya que para otros millones de personas Lula y el PT son sinónimos de manejes financieros turbios para mantenerse en el poder.
Un rechazo solo comparable al del propio Bolsonaro, que en sus 27 años como diputado se distinguió más por sus declaraciones misóginas, racistas y homófobas que por sus escasos proyectos legislativos.
Sin embargo, el candidato del Partido Social Liberal (PSL) consiguió despertar compasión después que un exmilitante de un partido de izquierda le asestara el 6 de septiembre una puñalada en el abdomen.
Su estado de salud lo privó de actos públicos, aunque mantuvo una activa presencia en las redes sociales, su arma favorita, sin participar en ningún debate con su adversario.
Bolsonaro ganó popularidad con las promesas de liberalizar el porte de armas para combatir una inseguridad galopante y de librar una guerra sin cuartel contra la corrupción.(La popuaridad de Jair Bolsonaro se dispara en las encuestas y le saca diez puntos de diferencia a Fernando Haddad)
Pero una encuesta Datafolha mostró que la propuesta sobre las armas solo es mencionada por el 17% de sus electores como motivo para apoyarle; y la lucha contra la corrupción por el 10%. El deseo de renovación y el rechazo al PT suman en cambio 55%.
Por el lado de Haddad, las mayores movilizaciones se dieron bajo la consigna de «Él No», organizadas por mujeres indignadas por el avance de un legislador que llegó a decir de una colega de izquierda que «no merece ser violada porque es muy fea».
A inicios de mes, otro sondeo del mismo instituto mostró que 88% de los brasileños se sienten «inseguros», 79% «tristes por la situación del país», 78% «desanimados», 68% con «rabia» y 62% con «miedo del futuro».
Bolsonaro anunció que, como presidente, obraría por un acercamiento con el estadounidense Donald Trump, en particular acentuando la presión sobre el régimen socialista de Venezuela, en pleno marasmo económico y social. Haddad quiere en cambio reforzar las relaciones Sur-Sur y advierte sobre el riesgo de una «carrera armamentista» en la región.
En caso de victoria, el gurú económico de Bolsonaro, Paulo Guedes, tratará de lanzar un programa de privatizaciones para reducir la deuda y reactivar la economía, que viene de dos años de recesión y dos más de débil crecimiento.
Pero ante las resistencias en su propio campo, Bolsonaro aclaró que solo privatizará actividades periféricas de Petrobras o de Eletrobras.
El vencedor deberá tratar con un Congreso con partidos debilitados por los escándalos y dominado por los lobbies conservadores del agronegocio, las iglesias evangélicas y los defensores del porte de armas.