Ya es bien conocido por millones de personas alrededor del mundo que Venezuela actualmente vive una crisis política, social y económica que ha provocado un masivo éxodo de venezolanos a diversas partes del globo. (La vida imposible en la Venezuela de Maduro)
Sólo este año la cifra de desplazados ascendió a los 3 millones de venezolanos, según datos proporcionados por la OIM. Este evento pone en alerta a los países vecinos, ya que a pesar de que la gran mayoría de los venezolanos que migran son personas preparadas, capacitadas y con una serie de talentos increíbles, también es cierto que hay un ridículo porcentaje de venezolanos que se encargan de manchar el gentilicio cometiendo graves delitos, desaprovechando la oportunidad de un país que ha abierto las puertas a cientos para poder superar las adversidades. (Navidades en Venezuela: las brutales consecuencias sociales del pupulismo chavista)
«Por unos pocos, pagan todos», un adagio muy popular utilizado por nosotros los venezolanos, y resulta ser vilmente cierto. La «migración mala», aquella que sólo genera problemas, comienza a provocar entre los locales un fenómeno llamado xenofobia, que es simplemente un rechazo al extranjero. Sólo basta que una de esas personas haya tenido una mala experiencia con un extranjero para mantener la idea de que todos tienen las mismas actitudes, y por tanto todos merecen ser rechazados. Nada más alejado de la realidad. Cada ser es un individuo que piensa y actúa independiente, y por tanto no se puede generalizar.
En otras latitudes también han recibido esa migración mala de venezolanos, de sujetos que pisan el tricolor cada vez que generan un acto atroz, irracional y salvaje, que busca generar terror, desencadenar una fobia inverosímil hacia los venezolanos honrados que despertamos día a día con ganas de «echar pa’ lante». Y por más espeluznante que parezca, el 2018 dejó en el mundo una serie de sucesos provocados por coterráneos que sólo destruyen nuestro gentilicio.
A continuación presentamos cinco casos que resultaron significativos de lo anteriormente expuesto:
La decepción del rechazo
Jimmy Manfreddy García Castillo llegaba la noche del 17 de diciembre a la casa de Hellen Hernández Zavaleta de 20 años en el distrito de Independencia, Lima, con un pollo en brasa, algunas cervezas y un detallito con la esperanza de tener una velada romántica y quizás una celebración aún mayor. Esa noche, García Castillo se armó de valor y le propuso matrimonio a Hernández Zabaleta, pero la sorpresa se la llevaría él ya que la mujer le confesaba que no podía aceptar su propuesta ya que mantenía una relación con un peruano que se encontraba en prisión.
Enojado, reaccionó de forma violenta, tomó un cuchillo y apuñaló en repetidas oportunidades a la mujer, y luego de percatarse que los hijos de la venezolana, de 3 y 4 años, se habían despertado y vieron la brutal escena, procedió a asesinarlos de la misma manera.
García Castillo salió de la vivienda y regresó horas después cuando la policía ya estaba allí para tratar de pasar desapercibido durante la investigación mostrándose sorprendido por enterarse del suceso, sin embargo la actitud del venezolano resultó sospechosa para las autoridades, quienes evaluaron a distancia que el sujeto tenía lesiones en sus manos, razón por la cual fue llevado a la comisaría a declarar y se le realizaron exámenes con luminol, un químico que expuesto a rayos uv muestra rastros de sangre, el resultado fue esclarecedor: la sangre de Hellen estaba en sus zapatos. Inmediatamente García confesó el crimen.
Tres metros bajo tierra
Un hecho macabro se suscitó el pasado 4 de diciembre en Lima, cuando un vecino de Villa El Salvador presenció cómo cinco sujetos, entre ellos cuatro venezolanos, intentaban abrirse paso con un montacargas para enterrar un cilindro que en su interior contenía los restos reducidos en ácido de Marisol Estela Alva, una estudiante de enfermería de 25 años.
El vecino increpó a los sujetos por el inusual evento que se desarrollaba a las 2 de la madrugada, ya que además el cilindro desprendía un fétido olor.
Al verse descubiertos, los sujetos escaparon del lugar en una minivan y los locales procedieron a llamar a las autoridades quedando horrorizados luego de descubrir el interior del contenedor. Allí estaba cubierta en cemento y residuos de un ácido el cuerpo inerte de la joven peruana quien andaba saliendo con un suboficial del Ejército llamado Luis Estebes Rodríguez, y a quien señalan como la última persona con la cual la víctima tuvo contacto.
Según las investigaciones policiales, los venezolanos vivían juntos y trabajaban en la pastelería de Estebes Rodríguez, quien le habría encomendado la misión de deshacer el cadáver de la joven.
De Aragua a América… en tren
En Lima, la policía peruana ejecutó una de las mayores operaciones tácticas del año al detener a cinco venezolanos pertenecientes a la banda criminal «El Tren de Aragua». El hecho ocurrió el pasado 3 de agosto en el centro comercial Plaza Norte. Los venezolanos se disponían a robar una entidad bancaria y estaban planificando el evento delictivo.
Lo curioso del asunto es que de acuerdo a las autoridades, al menos 15 integrantes de la banda ingresaron sólo esa semana en Perú, lo cual representa una grave alerta a la seguridad nacional del país, ya que uno de los detenidos, Edinson Agustín Barreda, mejor conocido como ‘Catire’, y quien es una de las figuras más peligrosas de la banda, confesó como aterrorizaban a la población en el céntrico estado de Venezuela a través de secuestros, robos, extorsiones y sicariatos, crímenes que presumían sin mayor decoro en las redes sociales.
Las autoridades peruanas temen que esta banda se esté organizando en el país andino para instaurar una especie de red delictiva que comience a trascender por toda la región, aprovechándose del alto flujo de venezolanos que llegan cada día.
Mis padres están muertos
Yulimer Zaide, una venezolana de 49 años en Orlando, Florida, nunca se imaginó que vería la muerte a manos de su esposo Edgardo Figueredo de 59 años.
A las 12:38 de la madrugada del pasado 29 de abril, autoridades policiales del condado de Orange recibieron una llamada de emergencia, en ella un vecino alertaba haber escuchado varios disparos dentro de la vivienda de los venezolanos. Cuando la policía llegó al lugar se encontró con la dantesca escena del crimen en una de las habitaciones.
Zaide se encontraba tendida en el suelo con una herida de bala, mientras que su esposo yacía inmóvil junto a ella, también con una herida de bala autoinfligida. Lo peor del suceso es que sus tres hijos, uno mayor de 27 años, y dos pequeños de 9 y 8 años presenciaron el aterrador crimen.
Peligro virtual
Un hecho que horrorizó a los pobladores de Retiro, un distrito localizado en el centro de Madrid, fue el secuestro de una menor de 13 años, fan de los videojuegos, y que tuvo la desdicha de brindarle su confianza a un venezolano. La joven fue engañada por el sujeto de 39 años a través de un chat del videojuego Grand Theft Auto. El venezolano se hacía pasar por un adolescente para ganarse la estima de la joven, quien sin percatarse de los riesgos que podría conllevar una relación virtual, accedió a encontrarse con él.
Ella, víctima de una cruel manipulación, abandonó su vivienda el 18 de noviembre en Vallecas con el pretexto de asistir a una fiesta de cumpleaños. Su madre, quien desde un principio sospechó de la situación, contactó a las madres de sus amigas y ninguna sabía nada sobre una celebración, posteriormente, en una de esas llamadas, dio con el número del secuestrador, no lo sabía entonces, pero su intuición la llevó a comunicar esa información a las autoridades.
En el carro del sujeto y en cautiverio, la joven atemorizada de que él tomara represalias contra su familia porque así él se lo había hecho saber, accedió a todas sus pretensiones con los ojos vendados, siendo así víctima de abuso sexual. La policía daría con el paradero de ambos un día después de su desaparición, con la fortuna, si se puede decir, de que la niña se encontraba viva.