“SÁNCHEZ, ese valiente que se bate a brazo partido contra el espectro de Franco, muerto hace 43 años”
Así de contundente comienza la columna que, este domingo 27 de enero de 2018, publica Luis Ventoso para el ABC, haciendo un análisis de la decisión que ha adoptado Pedro Sánchez respecto de Venezuela “Ayer recurrió a otro rebuscado regate dialéctico para evitar reconocer al presidente provisional Juan Guaidó y romper así toda amarra con Maduro, cabeza visible de una narcodictadura que ha destrozado Venezuela”.
Por otra parte, el columnista del ABC, ha dejado expuestas las ambivalencias del líder del PSOE, que se niega a denunciar la dictadura chavista que oprime a los venezolanos y les obliga sufrir la peor crisis de su historia.
Sánchez, el supuesto líder ‘progresista’ para ‘todas y todos’, el rey del Falcon, el pensador que acude a Davos a arreglar el mundo –pero que se niega a explicar en el Senado sus cambalaches secretos con Torra–… No osa a desmarcarse de un sátrapa que usurpa la presidencia tras unas elecciones-pucherazo en las que solo concurrió él, que se ha inventado un Parlamento a su medida tras perder la mayoría en el legítimo.
Para Ventoso, Sánchez se desconecta de una situación que toca muy de cerca a España y a los españoles y la razón es que el dictador Nicolás Maduro es «padrino de Podemos, el socio de Sánchez. Toca caminar de puntillas.»
Nuestro país conserva un importante ascendente en Hispanoamérica… Esta crisis la sentimos como propia, y más cuando una creciente colonia de venezolanos nos ha elegido como tierra de refugio.
Además, el columnista del ABC, critica fervientemente que, una vez más, Sánchez oxigene a Maduro, y reconozca la institucionalidad en Venezuela, pero sí se sirva de ella para ostentar el poder en España.
Pedir a Maduro que convoque elecciones, como hizo Sánchez ayer, equivale a darle cuartelillo, pues supone asumir que tiene derecho a seguir dirigiendo Venezuela… Es notable que Sánchez no repare en que el argumento que otorga legitimidad a Guaidó es el mismo que le permite a él presidir España. Ninguno de los dos ha ganado su presidencia en las urnas, pero ambos la ostentan porque así lo prevén los arreglos constitucionales de sus países.