Al ocupa Pedro Sánchez le ha dolido dar el paso más que si le sacarán una muela sin anestesia, pero no le quedaba otra (Y a pesar de Zapatero, Sánchez, Iglesias, Monedero y LaSexta, Juan Guaidó es presidente de Venezuela).
El próximo lunes, 4 de febrero de 2019, el Gobierno español formalizará el reconocimiento del líder de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, como presidente interino de Venezuela y se adentrará en territorio desconocido (Donald Trump exigió al socialista Sánchez y a los dirigentes de la UE romper todo diálogo con Maduro).
Nunca en tiempos contemporáneos se ha dejado de reconocer a un jefe de Estado que mantiene el control de su territorio. Ni siquiera al iraquí Sadam Husein o el sirio Bachar el Asad (EEUU amenaza al dictador Maduro con encerrarlo en la prisión de Guantánamo si sigue bruto).
Una cosa es no reconocer a un Estado o romper relaciones diplomáticas, y otra mantener abierta una embajada en un país sin reconocer a quien sigue teniendo en su mano los resortes del poder.
Se espera que Guaidó designe a un embajador en España, como ya ha hecho con una decena de países americanos que le han reconocido como presidente.
En ese momento, al Gobierno español no le quedaría más remedio que aceptarlo como representante legítimo de Venezuela y retirar la inmunidad y todas las prerrogativas diplomáticas al embajador designado por Maduro, Mario Isea.
No solo eso, las cuentas corrientes de la embajada y en general todos los bienes y depósitos del Estado venezolano en España deberán ser bloqueados y puestos a disposición del nuevo presidente y de su representante.
En diplomacia se aplica el principio de reciprocidad, por lo que el Gobierno puede esperar que la Embajada española en Caracas se vea sometida a medidas similares. O incluso peores.