Venezuela atraviesa la mayor crisis políticas de los últimos años, después de que la Asamblea Nacional, controlada por la oposición y apoyada en el cada vez mayor descontento popular, decidiera tomar la iniciativa. Con la juramentación como presidente interino de Juan Guaidó, y la posterior catarata de apoyos internacionales (que comenzó con Estados Unidos y terminó con la Unión Europea, pasando por prácticamente todas las democracias del mundo), el país ha entrado en un impasse que probablemente no se prolongue por demasiado tiempo.
Ni los escasos respaldos de relevancia -apenas Rusia, China e Irán-, además de la indiferencia del papa Francisco, han podido evitar la situación de virtual aislamiento que pesa sobre el régimen de Nicolás Maduro.
La obstinación del delfín de Hugo Chávez para dejar el poder, en este cuadro globalmente adverso, abre un interrogante: ¿Qué es lo que hace aferrarse con tanto ahínco al gobierno de un país cuya población lo rechaza, con un ejército convulsionado por las deserciones y de un partido cada vez más tentado por las traiciones?(Cardenal Parolin: «La actitud de la Santa Sede sobre Venezuela es de neutralidad positiva»)
Son varios los especialistas que coinciden en un diagnóstico: Venezuela se ha convertido, en los últimos años, en un Estado mafioso, que puede ser el verdadero y último motivo que aún sostiene a Maduro en el poder.
Hace ya casi un año, la organización InSight Crime publicó un extenso informe en el que explora los motivos de este fenómeno después de tres años de trabajo de la Unidad de Investigación de Venezuela y el Observatorio Colombiano de Crimen Organizado.
Penetración del crimen organizado en el Estado, elementos de cleptocracia, delegación del poder en manos de actores paraestatales, crecimiento exponencial de la criminalidad, altos índices de violencia, exportación a otros países del delito y una fuerte condena internacional son los argumentos de los investigadores para el diagnóstico de la situación en el país caribeño.
El primero de los elementos, pero vinculado a casi todos los demás, tiene que ver con la profunda penetración del crimen organizado en todos los niveles del Estado, reflejada en los al menos 123 funcionarios gubernamentales que se encuentran involucrados en actividades ilícitas. El fenómeno más relevante en relación a este punto tiene que ver con la emergencia y reforzamiento del Cartel de los Soles, bautizado así por las estrellas doradas del uniforme de los generales de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), con la que mantiene vínculos profundos.(Venezuela: Narcotráfico con la ‘bendición’ del tirano de Nicolás Maduro)
«Cuando hablamos de qué es lo que sostiene hoy a Nicolás Maduro, con toda la comunidad internacional y el pueblo en contra, hablamos únicamente del narcotráfico y de las Fuerzas Armadas. ¡Oh sorpresa! Éstas últimas están profundamente vinculadas al Cartel de los Soles», explicó la periodista Eleonora Bruzual, sobre el círculo criminal que rodea el régimen.
Según Bruzual, ahora que hay acciones internacionales para que Nicolás Maduro no pueda movilizar las reservas de oro ni el dinero de PDVSA en el exterior, los recursos del narcotráfico se han vuelto esenciales, y el Estado mafioso se ha convertido en una pieza central del sostenimiento en el poder.
«La tragedia venezolana tiene al menos un lado positivo: el mundo se ha dado cuenta que éste es un régimen delincuencial. No se puede hablar de una democracia perfectible, es un régimen de delincuentes. Por ejemplo, nosotros tenemos una enorme frontera con Colombia. ¿Quiénes manejan el narcotráfico allí? Pues las FARC y el ELN, aliados de Maduro y que, casualmente, también se financian con el narcotráfico», analizó.
Por su parte, el abogado y político Enrique Aristeguieta Gramcko, explicó los vínculos entre el narcotráfico y la cúpula de las Fuerzas Armadas en la situación actual. «El crimen organizado está vinculado y perfectamente enraizado con el gobierno, en el medio del caos en el que está inmerso el régimen. El narcotráfico se ha apoderado de todo. Por eso la derrota de Maduro va a ser un golpe durísimo para ellos, que tienen claro que se juegan su supervivencia», opinó.
De acuerdo con el citado informe de Insight Crime, son muchos los funcionarios del gobierno chavista que han estado involucrados con actividades criminales y, paradójicamente, Nicolás Maduro ha optado por darles lugares cada vez más relevantes, en lugar de desplazarlos. Se trata quizás de un instinto de supervivencia: es posible que piense que, mientras esos negocios perduren, esos personajes serán las espadas más leales del régimen.
La envergadura del narco-Estado es evidenciada en Venezuela por el rango de dos de los funcionarios involucrados: el ex presidente de la Asamblea Nacional y poder en las sombras, Diosdado Cabello, y el ex vicepresidente, Tareck El Aissami. (La lujosa vida del hermano del chavista Tareck El Aissami, a pesar de estar acusado de narcotráfico y nexos con Hezbolla)
En el caso del primero, se trata de uno de los personajes más influyentes dentro del régimen, tanto en la designación de funcionarios de gobierno, como en relación a su poder dentro del Ejército, todo lo que lo hace una pieza casi ineludible del esquema del narcotráfico dentro del poder venezolano. El Wall Street Journal señaló a Cabello, en efecto, como el jefe del Cartel de los Soles, basándose en evidencia aportada por Leasmy Salazar, quien fuera parte de su equipo de seguridad.
En lo que respecta a Tareck El Aissami, la Justicia también lo ha investigado por actividades ilegales. Antes de asumir el cargo de vicepresidente (2017-2018) El Aissami había sido gobernador del estado de Aragua, una provincia estratégica de la costa del Caribe.
También pesa sobre el régimen el caso de los llamados narcosobrinos, quienes ya han sido condenados en Estados Unidos por narcotráfico, y que se ha revelado que sacaban droga en aviones que despegaban de la terminal del aeropuerto reservada para el presidente.
InSight Crime hace en su informe un recorrido del desarrollo del narcotráfico en Venezuela, en el que destaca el rol jugado por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), y la decisión del gobierno de Chávez de desmantelar y expulsar a la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés).
«Aunque las FARC se desmovilizaron en 2017 después de la firma de un acuerdo de paz con el gobierno colombiano, aún hay un creciente número de elementos disidentes en Venezuela, muy implicados en el tráfico de drogas. Se cree que estos elementos siguen trabajando con miembros del Cartel de los Soles», detalla el documento.
El crimen organizado y la crisis en Venezuela
Pero ¿qué pasa con el crimen organizado ahora, en un cuadro de profunda incertidumbre que podría significar una bisagra en la situación venezolana?
«En efecto, en Venezuela hay unos niveles tan altos de incertidumbre que se ha desenvuelto una situación absolutamente caótica desde todo punto de vista. Y lamentablemente este cuadro de desorden y caos se ha convertido en una oportunidad para la delincuencia, tanto la organizada como la no organizada», explicó el especialista Samuel Yecutieli, consultor en Seguridad Ciudadana y presidente de Segured.com.(EEUU advierte que utilizará todas las herramientas para evitar que el régimen del dictador Maduro siga «saqueando» a Venezuela)
Según él, un cambio de escenario político en Venezuela obligará a la delincuencia a reinventarse, en lo que seguramente no será un proceso rápido. «En el caso de un cambio de régimen, creo que el crimen es muy dinámico y muy ágil, rápidamente intentará reinventarse. Pero será un proceso, porque este gobierno estuvo 20 años, y desmontar la maquinaria montada va a ser complejo. La transición va a ser larga y dura, y posiblemente traiga consigo aún más caos. Aunque una vez que comience estoy convencido de que la delincuencia va a recibir un golpe duro«, detalló Yecutieli.