La tensión se puede cortar con un cuchillo en Venezuela. Aunque los ciudadanos intentan que su cotidianidad no se vea afectada, su mente está fija en un sólo momento: el próximo 23 de febrero. La fecha representa una oportunidad para la llegada de la ayuda humanitaria y para el cambio político que represente el fin de la dictadura que, por 20 años, ha sumergido al país en un escenario de miseria, muerte y desesperación. (Agregado militar de Venezuela ante la ONU reconoce a Juan Guaidó y rechaza al dictador)
«Estamos esperanzados, pero en tensión». Así lo asegura a PD América una venezolana de Caracas que ha preferido no revelar su nombre por miedo a las represalias del régimen venezolano. «Estamos a la espera de que nos ayuden, de que nos den una oportunidad para recuperar la democracia y empezar en paz un proceso de recuperación del país». Sin embargo, reconocen que «a cada momento se ven a funcionarios de la Guardia Nacional y de las FAES por la ciudad, vigilan a todos los que están en la calle y permanecen amenazantes contra todo el que pueda parecer un opositor a la dictadura«. (Crímenes del chavismo: El joven que recibió dos disparos y fue asfixiado con un pañal desechable por protestar contra Maduro)
Los vecinos de las urbanizaciones tradicionalmente contrarias al chavismo han asegurado que «nos están encerrando». Según indicaron a este diario, «han venido colocando una especie de escenarios y estructuras en las principales calles de las urbanizaciones opositoras, un bloqueo que dicen que tiene un objetivo político, pero que parece más una forma de controlarnos y de intimidarnos«. ( Japón reconoce a Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela)
Las declaraciones coinciden con todas las maniobras que se han venido realizado desde la dictadura chavista para intentar frenar la entrada de la ayuda humanitaria el próximo 23 de febrero. Por ejemplo, el lanzamiento de misiles antibuques rusos como parte de los ejercicios militares de las Fuerzas Armadas, así como el cierre fronterizo por mar y aire anunciado por Maduro.
Para la oposición venezolana, este cierre supone un nuevo intento por parte del mandatario de bloquear la entrada de ayuda humanitaria que llega procedente de otros países y que ya se acumula desde hace semanas tanto en Cúcuta (Colombia) como en Roraima (Brasil), en Miami y en Curazao.
El cierre de la frontera no solamente imposibilitará la entrada de ayuda humanitaria, sino que afectará por completo a las actividades de vuelos comerciales y privados entre Venezuela y las tres islas, así como al tráfico de embarcaciones. De este modo, se bloquea cualquier entrada o salida de bienes y servicios tanto con fines comerciales como con fines privados, según informan varios medios.
El régimen de Nicolás Maduro está poniendo su ‘telón de acero’ para permanecer por cualquier medio en el poder. Mientras tanto, la población venezolana se mantiene firme en su esperanza de que la pesadilla chavista llegue a su fin «con el menor derramamiento de sangre posible».