La crisis política, social y económica de Venezuela ha llegado a niveles perjudiciales a la propia salud mental. La psicóloga venezolana Beatriz Contreras asegura a PD América que «la población venezolana está sometida a una serie de factores estresantes como es la falta de alimentos, de medicina y de inseguridad. Esta situación aversiva y continuada en el tiempo, resulta incontrolable para la población, puesto que los intentos que han realizado para revertirla, han sido fallidos». ( Jorge Ramos: El dictador de Venezuela se gana su título)
En este sentido, alega que «estas circunstancias generan indefensión y conducen a tres tipos de deterioro: Cognitivo (no se perciben los progresos); Emocional (producen alteraciones emocionales que, al ser crónicas, producen enfermedades psicosomáticas y debilitan el sistema inmunológico; y motivacional (producen un deterioro motivacional; la persona se siente desmotivada para hacer nuevos intentos y, por lo tanto, produce pasividad). ( EEUU lo deja claro: «sería irresponsable descartar el uso de la fuerza militar» en Venezuela)
Las carencias nacionales hacen imposible un tratamiento masivo para el grueso de la población. «El tratamiento lógico sería que alguien empujara a la población a hacer nuevos intentos o acciones, algo difícil por el deterioro motivacional. Sin embargo, esto lo podrían hacer los venezolanos que están en el exterior, así como, las instituciones extranjeras o multinacionales, influyendo principalmente sobre el Parlamento», precisa Contreras.
Para la venezolana, la clave es infundir esperanza que, naturalmente, debería venir refrendada por el éxito para evitar la frustración y la desesperanza o la indefensión. «La idea clave de esa generación de esperanza es que, aunque los intentos que se han hecho hasta ahora han sido fallidos, esto no quita para que alguna acción futura tenga éxito».
Por otra parte, recalca que la inacción tiene asegurado el fracaso o el mantenimiento de la situación, y es lo que más desearía Nicolás Maduro.
¿Enfermar a la distancia?
La diáspora venezolana no se encuentra exenta de los problemas psicológicos generados por la presión de la dictadura chavista. «Los venezolanos en el exterior se encuentran en una situación delicada desde el punto de vista psicológico«, recalca.
«En primer lugar, están en una situación precaria desde el punto de vista económico y social porque tienen un trabajo mal remunerado, si lo tienen, y, son considerados extranjeros. En segundo lugar, tienen cierta sensación de impotencia al no poder operar como si estuvieran en el interior de Venezuela. Y tercero, tienen la sensación de haber abandonado a su país y a su familia, lo cual conlleva cierta culpabilidad y decepción personal», puntualiza.
