Dictadura en Venezuela

Putin, el guardaespaldas de un Maduro que saca pecho ante Donald Trump

Moscú ha enviado a Venezuela soldados para calibrar su sistema de defensa de misiles

Putin, el guardaespaldas de un Maduro que saca pecho ante Donald Trump
Nicolás Maduro y Vladimir Putin

En el optimista plan de cambio de régimen que sus asesores en materia internacional le habían detallado en no pocas ocasiones no figuraba un problema de tanta envergadura como el desembarco de Rusia en América Latina. Así lo asegura la publicación del diario español ABC

El viernes, al llegar a su residencia de fin de semana, Donald Trump se sinceró y, de forma coloquial, admitió ante la prensa que la situación en Venezuela es «un lío gordo, enorme». Luego reveló que planea hablar del asunto con su homólogo ruso, Vladímir Putin, en los próximos días. ( Putin pone todas las opciones sobre la mesa y reta a Trump en la crisis de la Venezuela chavista)

Es poco probable que el gran problema de la Casa Blanca en Venezuela se arregle con una llamada de Trump a Putin. Unas horas antes de que el presidente norteamericano hiciera esas declaraciones había atracado en Puerto José, el principal muelle petrolero de Venezuela, el carguero Abliani que, con bandera de Malta pero bajo contrato de la empresa rusa Rosneft, transportó desde Rotterdam 775.000 barriles de material diluyente para que el régimen pueda seguir exportando petróleo. (Crisis en Venezuela: El regreso de la ‘Guerra Fría’ entre Rusia y EEUU por Maduro)

No hay gesto más claro de que Rusia ha decidido mantener a Nicolás Maduro a flote. No sólo ha rescatado al sector petrolero venezolano, sino que también ha despachado soldados que han puesto en funcionamiento un sistema de defensa de misiles y ha donado toneladas de ayuda médica para aliviar la grave crisis humanitaria que vive el país.

El pasado 23 de enero, Trump tardó exactamente 15 minutos en reconocer a Juan Guaidó después de que este se proclamara presidente encargado de Venezuela. Para reforzarle, cinco días después el Tesoro norteamericano tomó una decisión sin precedentes: ordenó a las refinerías norteamericanas que dejaran de pagar al régimen por las importaciones de crudo. Ese dinero debía ir a cuentas reservadas bajo el control de Guaidó.

Se trataba de un embargo en toda regla. Durante los dos meses que lleva en vigor, las exportaciones diarias de Venezuela han pasado de 1,5 millones de barriles a 920.000.

Antes del embargo, el régimen vendía crudo a empresas norteamericanas, que eran quienes lo refinaban. Venezuela hasta contaba con su propia refinería en EE.UU., Citgo. A partir de ahora, refinará su crudo, a tenor de los químicos que Rusia ha hecho llegar a sus puertos. Antes del Abliani, hace 10 días, amarró en Puerto José otro petrolero, de nombre Serengeti, con bandera liberiana y también alquilado por Rosneft, con 540.000 barriles de nafta, un compuesto líquido necesario para refinar petróleo crudo.

Ayuda política

Rusia no necesita el petróleo venezolano porque cuenta con sus propias fuentes de energía. Su ayuda a Venezuela es más política y propagandística que comercial. Y va a ser duradera. El viernes, el ministro ruso de Energía, Alexander Novak, confirmó que en unos días recibirá en Moscú a su homólogo venezolano, Manuel Quevedo, y que ambos tratarán el comercio de hidrocarburos. Preguntado por la agencia TASS sobre si seguirá vendiendo compuestos para que Venezuela pueda seguir refinando el crudo, dijo: «Sí, de acuerdo con sus peticiones».

Viendo que el régimen podría sortear nada más y nada menos que todo un embargo petrolero por parte de EE.UU., la diplomacia de este país ha contactado en días pasados con directivos de empresas petroleras públicas y privadas de todo el mundo, incluida Europa, advirtiéndoles de la necesidad de que colaboren con el aislamiento del régimen.

Según Elliott Abrams, representante especial de EE.UU. para Venezuela: «Hemos mantenido conversaciones con empresas extranjeras de petróleo, con gobiernos extranjeros, recordándoles que deberían apoyar al presidente interino Guaidó y no al régimen, les recomendamos que no compren petróleo del régimen, algo que supone financiarles. En esas conversaciones les recordamos que tenemos en pie una serie de sanciones por las que no querrían verse afectados».

Mientras el régimen de Maduro sobrevive a las duras sanciones norteamericanas, a Trump se le van acabando las opciones previas a la intervención militar, de la que él mismo ha advertido en público en no pocas ocasiones. Ahora, causando gran incomodidad en Washington, Rusia también ha venido a añadirle gasolina a ese fuego.

Rehabilitar el sistema de defensa

El 23 de marzo llegaron al aeropuerto venezolano de Maiquetía dos aviones militares rusos modelo Ilyushin IL-62 y Antonov AN-124 con 100 soldados. Después de días de especulaciones, EE.UU. ha revelado que han estado recalibrando y rehabilitando un sistema de defensa de misiles adquirido por el régimen en 2009 y que quedó inutilizado por los apagones que sufre el país desde inicios de marzo.

El representante especial de la Casa Blanca para Venezuela añade que «parece que una de las cosas que están haciendo es ayudar al régimen con el sistema de misiles tierra-aire S-300, lo hemos sospechado desde un primer momento, porque el sistema quedó completamente estropeado durante los apagones. Podemos llamarlo recalibración o reajuste, pero sea como sea es apoyo técnico».

En 2009, Hugo Chávez consiguió durante una visita a Moscú un crédito de 2.000 millones de euros para comprar el sistema de defensa antimisiles S-300 y 92 tanques modelo T-72. El Kremlin intentó vender ese mismo armamento a Irán pero desistió de ello ante la presión de Israel. Las lanzaderas móviles de misiles del sistema S-300 fueron mostradas por primera vez en un desfile militar en Caracas en 2012.

La firma de imágenes por satélite ISI ha conseguido pruebas visuales de que cinco lanzaderas y un sistema de guía han sido desplegados en la base aérea Capitán Manuel Ríos, en el estado de Guárico y 60 kilómetros al sur de Caracas. Esa empresa, con sede en Israel, comenzó a detectar el despliegue del sistema S-300 el 4 de febrero, un mes antes de que comenzaran los apagones.

El consejero de Seguridad Nacional norteamericano, John Bolton, advirtió el viernes contra «el despliegue de material militar en Venezuela o cualquier otro punto del continente, con el intento de establecer o ampliar operaciones militares». En un comunicado en el que no mencionaba a Rusia expresamente, dijo que la Casa Blanca considera esas acciones «una amenaza directa a la paz y la seguridad internacional en la región» y que actuará para defenderse.

Esa advertencia no pareció tener efecto alguno en Caracas. El ministro de Defensa del régimen, Vladimir Padrino, inauguró después en el estado Yaracuy un centro de simulación de vuelos para helicópteros de fabricación rusa MI 17, 35 y 26 que, según dijo, «Venezuela ha adquirido para la defensa de la patria». Además, avanzó que en próximos días inaugurará un segundo centro, para helicópteros también rusos Sukhoi MK2, en la ciudad venezolana de Barcelona.

También ha enviado Rusia ayuda humanitaria a Venezuela. El 21 de febrero Maduro en persona anunció la llegada al aeropuerto de Maiquetía de 7,5 toneladas de medicamentos, cuya escasez ha provocado una verdadera crisis humanitaria en el país. Dos días después EE.UU. y sus aliados intentaron introducir más medicinas y alimentos, que Maduro rechazó por la fuerza con el argumento de que Venezuela no necesita ayuda de nadie. De nadie, excepto de Rusia.

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