El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador no sale de una para meterse en otra.
Al izquierdista radical, amiguete del presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, no le bastó con el ridículo que hizo al solicitar las disculpas del Papa y del rey Felipe VI por la conquista de España en América.
Ahora se aventuró a decir que el suicidio del expresidente de Perú, Alan García, es una muestra de la relación entre el neoliberalismo y la corrupción, claro, mezclando su mensaje sectario con una solidaridad farisaica.
Lamento el suicidio del expresidente de Perú, Alan García y todo alrededor del caso Odebrecht. La corrupción es la nueva peste del mundo. El neoliberalismo unió los negocios privados a los públicos. Urge separar el poder económico del político; que el gobierno represente a todos.
— Andrés Manuel (@lopezobrador_) 18 de abril de 2019
Poco tardó AMLO en encontrar una contundente respuesta, esta le llegó del intelecto del periodista argentino Andrés Oppenheimer, quien le recordó que la corrupción de Odebrecht surgió de la izquierda latinoaméricana:
Lo cierto es que el escándalo de corrupción de Odebrecht nació, prosperó y se extendió a una docena de países durante los gobiernos populistas de izquierda de Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) y Dilma Rousseff (2011-2016).
Pero el periodista que actualmente reside en Estados Unidos no se quedó allí y agregó datos para evidenciar que fue en el socialismo del siglo XXI donde esta trama encontró mayor rédito posteriormente.
La gigante firma de construcción brasileña pagó alrededor de $800 millones en sobornos en varios países para obtener contratos gubernamentales entre el 2001 y el 2016, según la investigación del Departamento de Justicia de Estados Unidos.
▪$29 millones en Perú durante los gobiernos de centroderecha en ese país, la firma brasileña pagó $349 millones en sobornos en Brasil durante los gobiernos de Da Silva y Rousseff.
▪$98 millones en sobornos en Venezuela entre el 2006 y el 2015, durante el régimen de Hugo Chávez y su sucesor Nicolás Maduro. Eso es más de tres veces lo que la empresa constructora pagó en sobornos en Perú.
▪$35 millones en sobornos en Argentina entre el 2007 y el 2014, durante el gobierno de Cristina Fernández.
▪$33.5 millones en sobornos a Ecuador entre el 2007 y el 2016, durante el gobierno del presidente Rafael Correa.
La constructora brasileña pagó $11 millones en sobornos en Colombia y $10.5 millones en México, cuando los dos países fueron gobernados por presidentes defensores del libre mercado.
Está claro que la corrupción latinoamericana ha encontrado beneficios en la izquierda y en la derecha, y el caso de Odebrecht no fue la excepción, solo que los gobiernos con los que comparte ideología el presidente mexicano salen mucho peor parados.