Este miércoles 2 de mayo de 2019, Josep Borrell, Ministro en funciones de Exteriores, dejó con el culo al aire al líder de Unidas Podemos.
Pablo Iglesias, había afirmado que desde el Ministerio de Asuntos Exteriores admitieron que fue «un error reconocer» a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela.
En cuanto a las hipotéticas conversaciones de no se sabe quién en el Ministerio de Asuntos Exteriores, de no se sabe quién con Podemos, debo desmentirlas rotundamente. No tengo ninguna constancia de que nadie en el Ministerio de Asuntos Exteriores haya hablado con nadie del partido político del señor Iglesias
En la manifestación del 1 de Mayo, un atribulado Pablo Iglesias, al que se le ha quedado cara de ajo tras el pufo de Podemos en las elecciones generales, ha aprovechado la actualidad para intentar sembrar la insidia en el Gobierno Sánchez (Estocada al chavismo: Bolton asegura que Padrino López y Maikel Moreno negociaron una salida de Maduro).
Con tanta desvergüenza como falta de criterio, Iglesias aseguró que Josep Borrell le ha confesado en privado que «fue un error» reconocer a Juan Guaidó como presidente legítimo de Venezuela el pasado enero de 2019 (Cristina Seguí humilla a Monedero por su nauseabunda defensa de Maduro en pleno estallido en Venezuela: «¡Tú te forraste los bolsillos allí!»).
«No es Guaidó una persona que quiera una salida democrática, sino un derramamiento de sangre».
«Guaidó no quiere elecciones libres, sino su golpe de Estado con intervención de Donald Trump».
Al llegar Pedro Sánchez al Gobierno, su ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, se estrenó internacionalmente… con Jorge Arreaza, su homólogo venezolano. Y lo hizo de manera expresa, en el marco de una cumbre Unión Europea-Celac (la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños). Un símbolo de lo que iba a ser un viraje de la posición de la diplomacia española respecto a la crisis venezolana ([ÚLTIMA HORA] EEUU había pactado con Padrino que apresara a Maduro si no se iba a Cuba).
Desbancado el PP, el Ejecutivo socialista ya no iba a «liderar la política de sanciones internacionales» contra los dirigentes del régimen venezolano, dijo Borrell. Y Arreaza, estrechándole la mano, celebró el «éxito de la diplomacia bolivariana».
Aquel fue el primer aviso, y la oposición democrática del país caribeño -prudente y agradecida por el papel de España como refugio de sus exiliados por hambre o persecución política- preguntó en alto si «eso significaba lo que parecía».
Un volteo hacia las posiciones del expresidente Rodríguez Zapatero, partidario y patrocinador de cumbres de diálogo entre los enviados de Nicolás Maduro y los de la oposición.
UNA MONEDA AL AIRE
El día después del inicio de la llamada «operación Libertad» en Venezuela, se celebraba el Primero de Mayo en Madrid. Iglesias está en plena campaña de promoción, personal y de su candidatura de Unidas Podemos, para entrar en el Gobierno de Pedro Sánchez.
Y de ahí la presión al presidente aspirante a la reelección. Antes de que se abran negociaciones, Iglesias apoya la posición de Zapatero, «que reclama diálogo entre venezolanos y una solución democrática mediante unas elecciones libres».
Y es que la llegada de Borrell al Palacio de Santa Cruz fue, de hecho, el día de la reasunción de esa estrategia. La UE dejó de sentirse guiada por la audacia que sí exhibía en este campo el Ejecutivo español de Mariano Rajoy -primer presidente a nivel mundial en recibir a Lilian Tintori en sus giras para llamar la atención en torno a la condición de su marido de preso de conciencia- y Borrell relajó la presión sobre Caracas.
La Alta Representante, Federica Mogherini, no avanzó en la política de sanciones. Y aunque una vez proclamado Juan Guaidó como presidente interino, el Parlamento Europeo continuó con votaciones, preguntas, resoluciones e informes, las voces de su presidente -el italiano Antonio Tjani- y de los eurodiputados Esteban González Pons (PP) y Beatriz Becerra (independiente), se iban quedando solas, sin el soporte de Moncloa. Finalmente, Mogherini logró sacar adelante su proyecto de Grupo de Contacto, que se dedica «a mirar desde el balcón», tal como diagnostica Becerra.
Apoyos internacionales
Ahora, con Leopoldo López liberado, el órdago de Guaidó precisaría de apoyos internacionales.
No sólo el evidente de Estados Unidos, o el imprescindible de Colombia, Brasil y Chile, líderes en la región. Sino «el de la madre patria España».