Las últimas expediciones aún presentes en el Everest intentaban llegar a la cumbre, al término de una temporada mortal marcada por los atascos en la «zona de la muerte» y los llamamientos a regular los ascensos. (¿Sabes qué sucede con el cuerpo humano al llegar a la cima del Everest? )
Los peligros propios de la extrema altura, así como a los «atascos» de alpinistas provocados por el gran flujo de montañistas, se han cobrado la vida de once personas este año. (El espeluznante testimonio de un cineasta que vio los cadáveres del Everest: «Muerte, Carnicería y Caos»)
Este fin de temporada, con el calentamiento global derritiendo los glaciares, fueron recuperados cuatro cadáveres y se recolectaron diez toneladas de basura entre los campamentos base y 4, a casi 8.000 metros de altura, informaron las autoridades de Nepal.
Se trata de la temporada más cruenta en el Everest desde 2015. El año pasado murieron cinco personas.
Al menos cuatro de los decesos de esta temporada se atribuyen al atasco existente en la llamada «zona de la muerte». Estos atascos hacen perder un tiempo valioso y aumentan los riesgos de congelación, agotamiento y mal de altura.
A finales de mayo se acaba la llamada «ventana de oportunidad», el periodo de escasas semanas en el que las condiciones son menos extremas. La consecuencia es que el número de personas que coinciden en ese periodo en la misma ruta para intentar llegar a la cima aumenta a diario.
La alpinista india Anuja Vaidya, de 21 años, que alcanzó la cumbre afirmó que su equipo tuvo que esperar más de una hora en el descenso porque había una hilera de montañeros en el camino.
Debido a estos atascos, «las botellas de oxígeno de muchos montañistas se agotan», explicó a la AFP la alpinista india Ameesha Chauhan, que está recibiendo curas en Katmandú tras congelarse la mano izquierda.
«Algunos alpinistas han muerto debido a su propia negligencia. Insistían en llegar a la cima cuando su oxígeno se reducía, lo que ponía en peligro sus vidas», aseguró. «Tenía la impresión de que el Everest estaba repleto. Solamente los alpinistas con algunas aptitudes y una cierta experiencia deberían tener un permiso» para escalar», dijo la joven de 29 años.
Lam Babu Sherpa, que coronó siete veces el Everest, advirtió que esta afluencia puede ser fatal, especialmente si los equipos no llevan oxígeno extra. «Había más de 200 personas en una hilera, y uno no puede adelantarlos. Era muy difícil, vimos equipos esperando durante dos o tres horas», indicó Sherpa.
«Muerte y caos»
El número total de personas que llegaron esta temporada a la cumbre no se conoce, pero podría superar el récord de 807 alpinistas, establecido el año pasado.
Este año Nepal concedió para la temporada de primavera un récord de 381 permisos, al precio de 11.000 dólares cada uno. China otorgó unos 140.
Cada titular de un permiso va acompañado por al menos un guía, lo que explica los atascos en las alturas.
La semana pasada dio la vuelta al mundo una foto del montañista Nirmal Puja que muestra una fila india de alpinistas muy abrigados arrastrando sus botas de escalada.
«No puedo creer lo que he visto allá arriba. Muerte. Colas. Caos. Cadáveres en el camino y en las tiendas del campamento 4. Gente a la que intenté convencer de volver, pero que acabó muriendo» contó por su parte en Instagram el alpinista Elia Saikaly.
Desde que las autoridades nepalesas liberalizaron el ascenso a esta montaña en los años 1990, las expediciones comerciales aumentaron y por lo tanto el número de alpinistas
La cima del Everest fue alcanzada por primera vez en 1953 por el neozelandés Edmund Hillary y el nepalés Tenzing Norgay.