El socialismo del siglo XXI en Venezuela se ha caracterizado no solo por ser un comunismo extremo, sino por tener vínculos con sectas religiosas para buscar también por la vía esotérica afianzarse en el poder.
De eso ha escrito David Placer, el periodista venezolano residenciado en España que después del éxito de su libro «Los brujos de Chávez», ahora está publicando «El dictador y sus demonios«, mediante el cual desvela la relación del chavismo, especialmente por el entorno más cercano al dictador Nicolás Maduro, con Sai Baba, el hobre que decía ser divino en su ashram de Puttaparthi.
El trabajo de Placer, según comentó a Inobae, se llevó a cabo «porque no se conocían los intríngulis de ese viaje, con quién se reunió Maduro«. «Empecé en esa línea de investigación, pero terminé con dos narrativas en paralelo: una es el viaje de Maduro allí y la otra es —una faceta más oscura— el hecho de que los ministros que desarrollaron las políticas de represión y tortura en Venezuela son saibabistas o han visitado a Sai Baba«.
El periodista desveló los puentes invisibles entre «lo peor del régimen que se puede encontrar en Venezuela y la ilusión y la devoción absoluta, una contradicción increíble».
Con el subtítulo La secta de Nicolás Maduro que secuestró a Venezuela, la investigación —que contó con más de 70 entrevistas— Placer reconstruyó por qué el saibabismo «tiene tanto calado» en su país. «Es algo completamente desconocido en España, donde vivo, pero en Venezuela todo el mundo ha escuchado hablar».
Por exótico que suene, en Venezuela el saibabismo existe desde la década de 1970, y se estima que cuenta con unos 200.000 seguidores. «Cuando fui a Putthaparthi me llamó la atención la cantidad de latinoamericanos. La cantidad más alta eran primero los argentinos y luego los venezolanos», observó Placer.
Preguntó por qué. «Descubrí que las primeras traductoras de sus libros al español fueron una venezolana y una argentina, a quienes se les despertó una devoción por él», agregó el periodista. Adelina del Carril de Güiraldes, de Buenos Aires, trató al gurú en la década de 1950, y Arlette Meyer, de Caracas, inició una serie de viajes al ashram en 1972.
Maduro es uno de los millones de devotos que siguen las enseñanzas del que considera su «maestro espiritual» en 113 países del mundo. En su libro De verde a Maduro, Roger Santodomingo escribió que el retrato de Sathya Narayana Rayu Ratnakara —valorado en su niñez como un avatar del dios Visnú, y en su juventud proclamado como la reencarnación del santo Sai Baba de Shirdi— acompañó al sucesor de Chávez en todas sus oficinas, hasta la del Palacio de Miraflores.
En 2011, cuando Sathya murió (Maduro ya era ministro de Relaciones Exteriores), la Asamblea Nacional decretó un día de luto en Venezuela. Nada se dijo de las denuncias de abuso sexual y delitos financieros que ensombrecieron la fama del gurú. En las filas del chavismo se asomaban otros devotos que, según el libro de Placer, terminaron por tejer lo que hoy es «una red de espionaje invisible e inviolable, construyeron las más terroríficas mazmorras y dirigen la aniquilación de opositores y a chavistas disidentes con total impunidad».
La inteligencia de los Estados Unidos, destacó Placer, no ignora el papel de este grupo. «En el año 1987 contactaron al segundo en el mando en Panamá, Roberto Díaz Herrera, quien hizo una denuncia pública contra Manuel Noriega, y comenzó la revuelta», recordó el periodista. En su momento, Díaz Herrera dijo que lo había obligado a hacerlo el libro con la sabiduría de Sai Baba que leía, y le ordenaba adherir a los valores humanos: «Verdad, rectitud, amor, paz y no violencia».
Agregó el autor de El dictador y sus demonios: «Y ahora Elliot Abrahams contacta con [el canciller venezolano] Jorge Arreaza, que es un devoto de Sai Baba. No me parece casualidad que busquen a un saibabista en el entorno de Maduro para negociar». Pero la figura más ominosa de su relato es la ministra para el Servicio Penitenciario, Iris Varela. «La titular de cárceles ha creado un sistema horroroso, el pranato«, agregó.
«Los pranes son los líderes de las cárceles, que gobiernan las prisiones, construyen piscinas, discotecas y mantienen un negocio millonario del robo de vehículos, secuestro y vicariato. La ministra ha dado poder absoluto a los pranes, que salen de prisión a su antojo y organizan el amedrentamiento y el asesinato de los adversarios del régimen. Algunos de los testimonios del libro confiesan cómo salen de la cárcel por orden de la Guardia Nacional para asesinar y regresar a la cárcel para que el crimen permanezca impune», detalló Placer.
Según su libro, Varela «no es devota, sino que viajó por curiosidad al ashram junto con el ministro de Educación, Aristóbulo Istúriz«, quien también fue vicepresidente. «La mujer de este hombre es muy devota de Sai Baba. Sucede con ellos igual que con la pareja presidencial: quien es realmente devota es Cilia Flores«. Flores es muy amiga de Varela.
«Capaya Rodríguez, la máxima dirigente del saibabismo en Sabana Grande, y apenas Maduro llegó a presidente ascendió de manera vertiginosa a embajadora de Filipinas«, mostró otro ejemplo.
Se cree que aquella audiencia de 2005 no fue el primero ni el último de los viajes de Maduro al ashram, según dijo a EFE en 2013 el vocero del Centro Sai Baba, A. Anantharaman, quien tenía confianza en que la fe de Maduro influiría «en su manera de hacer política». Porque además de su mujer, su brujo, Cirilo Enrique Rodulfo, lo acercó a esa corriente espiritual.
Ese ex capitán del ejército vive en Miami, en Doral Isles, pero viaja a Caracas para responder consultas de Maduro, de quien es amigo, como lo fue de Chávez. «Le llaman ‘El Profe’. Participó en el programa ‘La línea psíquica de Celia Cruz’, en Telemundo, que le abrió las puertas al mundo de artistas venezolanos que pagan miles de dólares por consultarlo», dijo Placer.
Durante los años de Chávez, agregó el periodista, «colocó a su hijo como vicecónsul de Venezuela en Miami». Rodulfo se ha jactado de haberle pronosticado a Maduro que sería presidente aun antes de que Chávez se enfermase.