Ian Haney López asegura tener la solución a la pregunta que desvela a muchos en Estados Unidos: ¿cómo replicar a los escándalos de filo racial azuzados por el presidente Donald Trump? Según este experto en derecho y raza de la Universidad de California, Berkeley, la respuesta es mostrar a Trump como un timador que busca dividir a la sociedad estadounidense.
«El racismo está siendo utilizado como arma por un presidente que representa los intereses de multimillonarios como él», sostiene Haney López en una entrevista con BBC Mundo. La explotación política de las divisiones raciales es un tema que Haney López investiga desde antes del ingreso de Trump en la carrera electoral de 2016.
Su libro Dog Whistle Politics («Política de silbato de perro») advirtió en 2014 que políticos conservadores apelaban a códigos raciales disimulados para atraer votantes blancos hacia políticas que favorecen a los más ricos. Ahora lanza un nuevo libro, Merge Left («Unirse a la izquierda») con un llamado al encuentro de razas y clases sociales para cambiar la dinámica política y «salvar a EE.UU.».
A continuación, recogemos extractos del diálogo telefónico con Haney López, a quien su facultad presenta como «uno de los principales pensadores de la nación sobre cómo evolucionó el racismo desde la era de los derechos civiles».
Visto en perspectiva histórica ¿cuán dividido está EE.UU. por líneas raciales hoy?
EE.UU. está profundamente dividido en términos de una sensación de conflicto racial profundo. Lo que Trump dice a sus partidarios es: «¡Estás en peligro! Estás en peligro de los musulmanes que son terroristas en secreto… deberíamos prohibir a todos los musulmanes». O dice: «Estás en peligro por los inmigrantes y refugiados que cruzan la frontera sur… Necesitamos construir un muro».
Es un mensaje muy fuerte de amenaza racial, que pone en primer plano niveles de supremacía blanca y violencia supremacista blanca que este país no ha visto en décadas. Entonces ves gente marchando en Charlottesville que canta consignas de supremacía blanca. Ves asesinos en masa que apuntan a comunidades de color e invocan como inspiración a Donald Trump y sus advertencias de una invasión racial. Son divisiones raciales muy profundas.
Y esto es precisamente lo que quieren Trump y el Partido Republicano: que el público piense que nuestro país está siendo destrozado en términos de un conflicto entre grupos raciales, así es más difícil ver que la verdadera amenaza proviene de los muy ricos. Esa ha sido su estrategia: lograr que los trabajadores tengan miedo entre sí, así pueden secuestrar la economía.
¿Está diciendo que Trump usa el racismo como estrategia?
Todo el asunto es un engaño. Tenemos que ser inteligentes sobre el racismo de Donald Trump: primero, es una estrategia y él no la inventó. Es una estrategia que el Partido Republicano adoptó hace 50 años durante la era de los derechos civiles.
A medida que EE.UU. avanzó hacia la igualdad racial, eso causó ansiedad a una cantidad de blancos. Y el Partido Republicano dijo: si agregamos combustible a esa sensación de ansiedad, podemos lograr que los votantes apoyen al partido de las grandes empresas porque sienten que están bajo amenaza racial.
Segundo, Donald Trump está tendiéndonos una trampa.
Quiere que creamos que solo tenemos dos opciones: llamarlo racista y, por implicación, llamar racistas a sus seguidores, de modo que se profundice la sensación de conflicto racial, o tratar de no decir nada sobre su racismo para no ofender a nadie, pero al mismo tiempo lo dejamos transmitir mensajes de amenaza racial y nadie responde.
Esa es la trampa en la que los demócratas creen que están. Pero hay un camino mejor: definir lo que está haciendo como una estrategia y decir que esto no es sobre racismo blanco. Se trata de Donald Trump como un estafador. Su juego es causar odio racial y luego dar la vuelta mientras la sociedad arde y saquear los bancos.
El problema con esto es que usted le atribuye intenciones al presidente…
Absolutamente.
Pero él niega ser racista…
Eso es parte del engaño. Antes de la década de 1960, los estadounidenses hablaban de la supremacía blanca abiertamente. Pero el movimiento de derechos civiles demostró que eso era inmoral, injusto y una mentira.
¿Los políticos dejaron de hablar de la superioridad de los blancos? No. Simplemente cambiaron el código. Comenzaron a decir cosas como «necesitamos proteger a la mayoría silenciosa, a los verdaderos estadounidenses, al corazón de EE.UU.».
¿En la superficie hay alguna referencia directa a la raza? Ninguna. Pero en la imaginación pública eso codificó como personas blancas. O piense en Donald Trump, que dice: «Necesitamos detener una invasión de extranjeros ilegales». ¿Alguna referencia directa a la raza? No.
Dice: «tenemos que hacer que EE.UU. vuelva a ser grandioso». ¿Alguna invocación directa de la superioridad blanca? No. Pero debajo de todo ese lenguaje hay una historia muy poderosa de amenaza racial y de blancos como grupo amenazado. Es una historia que le permite a Trump avivar el racismo y luego darse la vuelta y decir: «Soy inocente, soy la persona menos racista del mundo». Eso es parte de la retórica.
Se rodeó de personas que han practicado esta estrategia durante mucho tiempo: Roger Ailes, el fundador de Fox News, Paul Manafort, que comenzó con este tipo de política racista en el sur… Donald Trump estudia cómo avivar el odio racial y luego lo pone en práctica.
El presidente señala por ejemplo que el desempleo entre latinos o negros está en mínimos históricos en EE.UU., no sólo como prueba de que él no es racista sino de que gobierna para la mayoría…
Por supuesto. ¿Qué espera que diga? ¿Que representa los intereses de los ricos? Así no funciona la política. Hay multimillonarios como Donald Trump que se ponen de pie y dicen: «Estoy aquí para representar al trabajador, confía en mí». Y, cuando confías en él, tienes recortes de impuestos para multimillonarios y una red de seguridad social destruida, intentos de reducir la atención médica, violencia contra las comunidades de color…
Si miras lo que hace en vez de lo que dice, Donald Trump representa un gobierno por y para los ricos.
Según encuestas, la gran mayoría de los republicanos niegan que Trump sea racista e incluso casi la mitad de los latinos piensan así. ¿Cómo pueden estar todos ellos equivocados según lo que usted dice?
Precisamente porque lo que cuenta como racismo es una idea muy política. El racismo es una institución de 400 años. Toma muchas formas diferentes. Ha estructurado nuestra sociedad y estamos bastante divididos sobre qué es racismo y qué no lo es.
Entonces es cierto, algo así como el 90% de los republicanos niegan que Trump sea racista y, al hacerlo, niegan que ellos mismos sean racistas. Es un error tratar de convencerlos de que son racistas. Mucho mejor es convencerlos de que Trump es un timador que usa el racismo contra ellos y contra nosotros.
Muchos países latinoamericanos luchan con líderes políticos cuya estrategia principal es avivar la división social mientras secuestran al gobierno para ellos y sus compinches. (Jair) Bolsonaro en Brasil ¿está alimentando la división racial y el odio porque va a proteger a algunos brasileños de piel blanca? No, de la misma manera que Donald Trump no está aquí protegiendo a los blancos…
Pero una diferencia importante es que Trump tiene un gran partido político detrás, algo que le falta a Bolsonaro. ¿Por qué uno de los dos mayores partidos de la historia de EE.UU., que fue crucial en prohibir la esclavitud, se alinearía detrás de un presidente que usted y otros consideran racista?
Porque el propio Partido Republicano en la década de 1960 tomó la decisión de que dependerían del racismo para ganar votos. Esta es una historia que mucha gente no conoce, pero está muy bien documentada y escribí sobre ella en mi libro «Política de silbato de perro».
Los candidatos presidenciales republicanos han ganado la mayor cantidad de votos blancos en todas las elecciones presidenciales desde 1968. Hoy, el Partido Republicano obtiene cerca del 90% de su apoyo de los votantes blancos y el 98% de los funcionarios electos republicanos son blancos. Esto ocurre en un país donde los blancos son alrededor del 62% de la población.
Y si nos fijamos en quiénes han sido elegidos en el Partido Republicano, hacen campaña con estilos muy similares al de Donald Trump, no tan escandalosos pero similares en el sentido de que descansan en mensajes de que las personas de color son amenazadoras e indignas. El partido apoya a Trump porque Trump es el partido.
¿Cree que el presidente intenta cambiar la idea de lo que significa ser estadounidense, por ejemplo para dejar a los latinos fuera de esa definición?
Por supuesto. Pero la estrategia más amplia es decir que algunas personas no merecen y por eso necesitamos desmantelar los programas gubernamentales que transfieren riqueza de los ricos al resto de la sociedad. El asalto superficial es que los latinos no son estadounidenses.
«Los ilegales están cruzando, te están robando, están invadiendo nuestros hospitales, están invadiendo nuestras escuelas…». Esa es la retórica. Pero debajo de eso hay una agenda de políticas que dice: «Recorta prestaciones sociales, la seguridad social, el cuidado de la salud, los fondos para las escuelas, para el agua limpia, para nuestras ciudades, para nuestras áreas rurales».
La agenda política se reduce en los programas gubernamentales que requieren altos impuestos a los ricos. Si podemos convencer a los estadounidenses de que vean a los pobres como amenazadores, peligrosos y fundamentalmente diferentes a nosotros, entonces podemos romper la voluntad colectiva de cuidarnos unos a otros. Eso es lo que pasa.