Definitivamente, los chilenos que vayan a Sudáfrica no tendrán las ventajas comparativas de los que fueron a Francia sin dinero y que podían dormir en un terminal de buses o en un parque
Este Mundial será distinto al de Francia 98: llegar a ver a la Roja será más caro y, según los especialistas, más inseguro. Es la razón por la que muchos chilenos -según publica El Mercurio- se organizan para abaratar costos. Algunos pretenden arrendar un avión, otros un camión para trasladarse en Sudáfrica. Hay quienes están dispuestos a todo, incluso a ser despedidos de sus trabajos. Es la incontrolable pasión mundialista.
Ella tiene 69 y él 75 años. Son matrimonio, viven en San Bernardo y en junio de 2010 se subirán a un avión para ir al Mundial de Sudáfrica. No les gusta aparecer en un diario con sus nombres, pero viajarán. Están inscritos en el avión que un grupo de chilenos está arrendando para llegar a la cita mundialista. Serán los tatas de la nave y les gusta la idea. Es el entusiasmo que produce la Roja de Bielsa.
Pedro Pineda, un ingeniero civil industrial de 26 años, veía frente al televisor jugar a la selección chilena en Paraguay. Y la observaba ganar. «Cuando me doy cuenta de que Claudio Bravo estaba apurando el juego para meter el tercero, supe que íbamos a Sudáfrica», cuenta. «Y ahí se me ocurrió la idea de arrendar un avión y llenarlo con chilenos».
Un grupo de ex compañeros de universidad lo empezó a ayudar. Montaron una página web (www.arrendemosunavionasudafrica.cl) y repartieron volantes con el nombre del sitio para el empate entre Chile y Venezuela en Santiago. La curiosidad primero, y el apoyo después, crecieron como una bola de nieve. El proyecto agarró vuelo.
En los próximos días se define todo. Pineda y su amigo Francisco Anguita (28) están cerrando el trato con la línea área que llevará a más de 250 chilenos a Sudáfrica. El problema es que son más de dos mil los inscritos, de los cuales mil 50 están dispuestos a pagar inmediatamente. Los primeros que pagan, aseguran su espacio.
«En un principio, la idea era arrendar un avión para abaratar costos»; dice Pineda. «Pero lo más probable es que los pasajes salgan a precio de mercado, alrededor de 2 mil 900 o 3 mil dólares. A pesar de eso, me di cuenta de que la mayoría de la gente sigue igual de entusiasmada, porque les gusta esta idea de hacer algo histórico, casi épico».
Pineda y Anguita están en el proceso de conseguir auspicios para reducir los costos del pasaje. Y mientras ambos trabajan en sus empleos, le suman alrededor de 30 horas semanales al proyecto. «Lo hacemos sin fines de lucro, lo hacemos porque nos gusta la idea y queremos que resulte», relata Anguita.
Más allá del viaje en avión, la página web ha resultado ser el lugar de encuentro de quienes se quieren organizar para recorrer el país africano durante el Mundial. Y si llegar es complicado y caro, moverse lo es aún más en un país donde las condiciones no son las más óptimas. «Si andan en auto, hay que cerrar las ventanas», advierte Daniel Kittner, un chileno que ha vivido 20 años en Sudáfrica, a través de la página web de Pineda y Anguita. «Caminar en la calle es muy mala idea, solamente se puede caminar en los malls, especialmente durante el campeonato mundial, cuando los delincuentes reciban a los turistas con los brazos abiertos. Lo otro es no andar solo, siempre en grupo, a menos que sea alguien local que sabe dónde se puede andar sin correr mucho riesgo».
Definitivamente, los chilenos que vayan a Sudáfrica no tendrán las ventajas comparativas de los que fueron a Francia sin dinero y que podían dormir en un terminal de buses o en un parque. «Yo creo que muchos chilenos van a sentir miedo, pero si tienen poca plata se las van a arreglar igual», dice Pineda. «Nosotros calculamos que gastando entre 3 y 4 millones de pesos se puede ir, sin pasar pellejerías, por unos 20 días. Y eso es alrededor de un 40% menos de lo que las agencias están cobrando por paquetes armados».
«La idea es que los que vayan estén informados», dice Anguita. «Nadie sabe que una de cuatro mujeres sudafricanas de entre 20 y 40 años son portadoras de Sida. Ese tipo de información está en nuestra página para todo el que quiera saber dónde está pisando allá».
No voy en tren, voy en camión
El máximo sueño de Ismael Cornejo, un contador público y auditor de 27 años, es llegar a un estadio mundialista para ver un partido de Chile arriba del techo de un bus mientras agita una bandera chilena gigante adosada a un tubo de PVC. Está a punto de cumplir su sueño, pero en lugar de un bus, llegará arriba de un camión.
Ismael Cornejo junto a un grupo de 12 chilenos ya pagaron 2 mil 400 dólares para moverse por Sudáfrica en un camión acondicionado con capacidad para 28 personas. El interés de la gente ha sido alto. Y aunque falten cupos por llenar, Cornejo estima que podrían arrendar un segundo camión. «Pero eso hay que definirlo luego», dice. «La mayoría de estos camiones se usan para recorrer África, y para el Mundial ya están casi todos tomados».
Rodrigo Vargas, un ingeniero en climatización de 23 años, dice que apelan al hincha aperrado para armar el viaje. «Dos mil 400 dólares suena a harta plata, pero ya nos enteramos que dormir en la casa de un africano va a costar 85 dólares diarios. El camión viene con carpas, por lo que, por poco más de 100 dólares al día vamos a poder transportarnos y tener alojamiento. Además, aparte del chofer, viaja un cocinero que va a preparar dos comidas diarias».
Vargas cuenta que su situación laboral está algo temblorosa, pero que por nada del mundo se pierde el Mundial. «Si me llegan a despedir, el finiquito entero se va para Sudáfrica. No me lo pierdo».
Manuel Meza, un ingeniero eléctrico de 27 años también va. Tiene sólo dos semanas de vacaciones, pero ya conversó en su lugar de trabajo la posibilidad de quedarse dos semanas más sin goce de sueldo. Junto a Cornejo y Vargas es parte del trío que juega un papel más activo en la parte organizativa de la travesía: «De los 13 que vamos hasta el momento, tenemos dos mujeres, y los rangos de edad van desde los 23 hasta los 35 años. Casi todos son de un perfil profesional, pero a nosotros nos interesa más llevarnos bien. Por eso nos juntamos una vez a la semana, hacemos asados, nos conocemos. La idea es no llevarnos ninguna sorpresa con alguien durante el viaje, asegurarnos de que estamos todos en una onda parecida», relata Meza.
«Queremos ir a los partidos, recorrer, conocer, pero también pasarlo bien», dice Cornejo. «Llegó un señor de más de 40 que quería ir con un par de hijos de 9 y 11 años y que estaba buscando un viaje tranquilo. Y le dijimos que probablemente no era conveniente que fuera. Él sólo se dio cuenta de que era una mala idea».
Los tres subrayan que su iniciativa, al igual que la de Pineda y Anguita, tampoco tiene fines de lucro. «Todo el incentivo acá es abaratar costos y viajar en patota, que es una gran ventaja en Sudáfrica», dice Vargas.
El Mundial, al parecer, no le quedará chico a estos dos proyectos de chilenos inspirados en la Selección. Sólo queda ver cuántas fases la Roja va a sortear. «Si llegamos lejos, alargamos el viaje cómo sea», dice Meza. «Lo importante es estar». Ignacio Bazán.