"Los militares tienen una logística, un personal capacitado, entrenado y disciplinado. Tienen también un equipamiento que permite recuperar con mucha mayor rapidez la normalidad", planteó
El presidente electo de Chile, Sebastián Piñera, anunció ayer que cuando asuma el mando, el próximo 11 de marzo, mantendrá el despliegue de miles de militares en el sur del país, asolado por un terremoto y un tsunami.
«(Vamos a) dejar desplegados los militares, en primer lugar para que garanticen el orden público», sostuvo en una entrevista radial citada por la agencia DPA.
«La labor de los militares debe ir mucho más allá, ya que por esencia son una institución que tiene una serie de herramientas e instrumentos muy apropiados en tiempos de catástrofe», agregó.
Piñera, tras criticar la supuesta lentitud con que el gobierno saliente sacó a los militares a las calles, valoró el aporte de los uniformados ante la catástrofe, que sacudió una extensión de 1,600 kilómetros.
«Los militares tienen una logística, un personal capacitado, entrenado y disciplinado. Tienen también un equipamiento que permite recuperar con mucha mayor rapidez la normalidad», planteó.
El despliegue de los militares, resistido inicialmente en el gobierno según algunos ministros, fue pedido reiteradamente por civiles, alcaldes y radios, en especial en las zonas más devastadas.
Las olas de saqueos a comercios y la incapacidad de la policía para contenerlos obligaron finalmente a la presidenta Michelle Bachelet a tomar la medida, unas 36 horas después de la tragedia.
Tanquetas y camiones con contingentes de uniformados ingresaron en las urbes más caóticas y lograron imponer el orden, en algunos sectores empobrecidos a tiros.
Pero las Fuerzas Armadas también quedaron en entredicho por varios errores, pese a los miles de millones de dólares invertidos en modernizarlas desde 1990, tras el retorno a la democracia.
El mayor error que se les achaca fue que la Marina asegurara al país que no había riesgo de tsunamis. Sólo una hora después, olas de hasta quince metros hicieron desaparecer cientos de casas y decenas de pueblos.
Las fallas en la coordinación militar ocurren además en momentos en que el país discute cuáles serán los futuros mecanismos de financiamiento de sus instituciones castrenses.