Las trabajadoras sociales de la Senami, a través de las entrevistas que han hecho, deducen que son migrantes los que han hecho caer a sus propios compatriotas en las redes del narcotráfico
Un migrante ecuatoriano de 41 años, que volvía a Madrid a reunirse con su familia, fue detenido en el aeropuerto de Quito. La Policía Antinarcóticos había detectado que llevaba droga en botes de champú y laca para el cabello. Pero esos artículos no eran suyos. Era «un encarguito» que le había hecho un hombre que frecuentaba una de las canchas de fútbol donde se reúnen los ecuatorianos.
Tal y como cuenta la esposa del detenido, el que les metió en este enredo es un hombre que se gana la vida vendiendo artículos ecuatorianos. «Se había enterado de que mi esposo estaba en Ecuador y se me acercó para preguntarme si era posible que le trajera algunos productos para vender». La mujer dijo que no. «A mi esposo no le gusta traer nada», y le sugirió más bien que utilizará los servicios de una empresa de paquetería.
«Cualquier dinero que me ahorre ya es una ganancia para mi», le respondió el vendedor y siguió insistiendo hasta conseguir un «déjeme ver» de parte de la mujer. Unos días después un chico, que se presentó como hijo del vendedor de las canchas, dejaba el paquete en el domicilio de los familiares de la pareja, en Quito.
El padre de familia que venía de vuelta a Madrid sospechó un poco del encargo y abrió el paquete para ver de qué se trataba. Vio los botes y frascos con su respectiva tapa y sello, y decidió a hacerle el favor al desconocido que se gana la vida vendiendo productos ecuatorianos en las canchas.
La noticia de la detención llegó de madrugada a Madrid. El detenido hizo una llamada telefónica a su esposa y le contó lo ocurrido. A esa hora y hecha un nervio, la mujer fue a denunciar al vendedor ecuatoriano en la comisaría más cercana. La Policía le aconsejó seguir con el juego para capturar al resto de implicados.
Durante una semana la ecuatoriana colaboró con los agentes y se citó con todas las personas que le llamaban al móvil para recoger el paquete. El vendedor ecuatoriano y una chica de nacionalidad colombiana fueron detenidos, pero nada de esto sirvió para probar la inocencia del padre de familia detenido en Quito. Al contrario, los investigadores empezaron a desconfiar de su esposa y le dijeron que tarde o temprano tendría que confesar.
La mujer llegó a la Secretaría Nacional del Migrante (Senami) para pedir ayuda la semana pasada. El Área Social de la Senami atendió cuatro casos similares la misma semana y es notable el incremento en abril y mayo. Los famosos «encarguitos» han perjudicado a ecuatorianos que viven en Italia y que han hecho escala en Madrid. Una de las victimas de las mafias del narcotráfico fue una ecuatoriana de 72 años que vive en Milán.
Campaña de prevención
Las trabajadoras sociales de la Senami, a través de las entrevistas que han hecho, deducen que son migrantes los que han hecho caer a sus propios compatriotas en las redes del narcotráfico. Las mafias están aprovechando este momento de alto endeudamiento de las familias migrantes y la falta de medios económicos para cubrir compromisos adquiridos.
Desde la Senami insisten para que las personas que regresan de Ecuador no acepten encargos de desconocidos y si los pedidos son de familiares, asegurarse de que no haya terceros involucrados. Recuerde que las bandas también se mueven dando regalos como maletas con doble fondo, perfumes y sus derivados, luego les hacen un seguimiento, y si logran pasar los controles, les roban. Es importante recalcar en las campañas de prevención que las penas en España por el tráfico de drogas oscilan entre 8 y 12 años de prisión.
