Más de 250.000 personas han firmado la petición lanzada por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en una agresiva campaña para que los gobiernos conviertan la eliminación del hambre en su principal prioridad.
La campaña comenzó el pasado mes de mayo y con ella la FAO llama a los ciudadanos a rebelarse contra el hecho de que más de 1.000 millones de personas pasen hambre en el mundo, firmando en la web «www.1billionhungry.org».
En el vídeo promocional de la campaña, el director general de la FAO, Jacques Diouf, señala que «una persona hambrienta es una persona enfadada. El hecho indignante de que otros seres humanos continúen padeciendo hambre debería también enfadarnos profundamente. Si os sentís así, quiero que descarguéis vuestra rabia todos vosotros, ricos y pobres, jóvenes y ancianos, de países en desarrollo y desarrollados».
La periodista Sara Carbonero, el actor Jeremy Irons, el ex atleta Carl Lewis y el futbolista Patrick Vieira son algunas de las personas que han participado en el lanzamiento de la campaña, que utiliza un novedoso software que permite al usuario visualizar el impacto de su participación en un mapamundi a medida que sus amigos se transmiten el enlace.
Este mapa de Google permite, además, seguir el rastro del número de firmantes en cada país, ya que, para la FAO, los contactos entre amigos y conocidos a través de Facebook y otras redes sociales son la clave para la propagación de la petición. Una aplicación permite al usuario, sin salir de Facebook, firmar la petición y animar a sus amigos y familiares a hacer lo mismo.
En la Cumbre Mundial de la Alimentación de 1996, los líderes de 185 países acordaron el objetivo de reducir la cifra de hambrientos a la mitad (menos de 420 millones de personas) en 2015.
Sin embargo, la FAO alertó de que si el mundo continúa al ritmo actual, la reducción del hambre se alcanzará en 2150, tras �cientos de millones de muertes inútiles y un sufrimiento incalculable�.
Por ello, la campaña de la FAO utiliza como icono un silbato amarillo, con el que da a entender que la situación ha llegado ya al límite.