El colombiano José Fidencio Martínez, que durante más de doce años esperó la puesta en libertad de su hijo José Libio, el militar que lleva más tiempo en poder de la guerrilla de las FARC, murió hoy en un hospital de Pasto, informaron fuentes familiares en esta ciudad del suroeste del país.
Martínez, que tenía 62 años de edad, murió de un cáncer de estómago que le había sido diagnosticado hace un año y del que recibía tratamiento en el Hospital Universitario de Nariño, departamento fronterizo con Ecuador y del que es capital Pasto.
La prensa fue informada del deceso por Fanny Martínez, sobrina del padre de José Libio Martínez, suboficial del Ejército Nacional hecho cautivo por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) a finales de 1997.
«Hasta el último momento el decía que ojalá las FARC le devolvieran en este momento a su hijito», declaró la mujer a un corresponsal de Noticias Uno, informativo de la televisión pública.
La prima del rehén dijo que los médicos que le seguían el tratamiento a su tío no pudieron hace nada más para mantenerlo con vida.
Martínez era un campesino que tenía su domicilio familiar en la zona rural de Ospina, población nariñense de la que su hijo José Libio salió para prestar el servicio militar obligatorio.
El militar Martínez fue hecho cautivo el 17 de diciembre de 1997 en un ataque de las FARC a un puesto de comunicaciones del ejército en el cerro de Patascoy, situado en la misma región de Nariño.
En el asalto perdieron la vida 22 uniformados, mientras que otros 18 fueron secuestrados, incluido él y Pablo Emilio Moncayo, puesto en libertad unilateral por los rebeldes el pasado 30 de marzo.
Moncayo viajó hace poco más de una semana a un país europeo no precisado, para ponerse a salvo de las amenazas de muerte proferidas por desconocidos que lo acusan por servir como informante al grupo rebelde y al Gobierno ecuatoriano.
En el momento del secuestro, Martínez y Moncayo eran cabos, grado del que fueron ascendidos en cautiverio hasta el de sargento.
El suboficial Martínez tiene un hijo, Johan Steven, que no conoce a su padre por haber nacido pocas semanas después del secuestro.
El niño ha realizado frecuentes actividades para exigir a los rebeldes que pongan en libertad a su padre, entre ellas una caminata entre Ospina y Pasto, de unos cien kilómetros y en la que estuvo acompañado por su fallecido abuelo.