Betancourt reiteró sus dudas sobre la posibilidad de volver a su país por el rechazo que genera su persona tras la liberación
La ex candidata presidencial colombiana afirmó ayer que existe «un agotamiento» militar y político de la organización guerrillera que la tuvo más de seis años secuestrada y a la que calificó como «un cartel del narcotráfico».
Además, reiteró sus dudas sobre la posibilidad de volver a su país por el rechazo que genera su persona tras la liberación, señala Telam.
Betancourt se encuentra en la Argentina para cumplir una serie de entrevistas y actividades de promoción de su libro «No hay silencio que no termine», en el que narra, en más de 800 páginas, los detalles de sus años de cautiverio en la selva en manos de las FARC.
Invitada en el programa de la conductora Mirtha Legrand, que se emite por América TV, la ex legisladora colombiana hizo un repaso de las horas previas a su secuestro en 2002 bajo la presidencia de Andrés Pastrana, los padecimientos durante su cautiverio, la relación con sus compañeros de reclusión y sus captores, y los momentos en que el Ejército logró su liberación, en la denominada Operación Jaque.
La ex rehén se refirió con dolor no sólo a los años de secuestrada, sino también a lo que denominó «una guerra muy sorprendente» que sufre en su país, luego de que se supo su reclamo al Estado colombiano de una indemnización por su condición de ex secuestrada, tal como «asegura- permite la legislación local y de la que se beneficiaron otros ex cautivos de la guerrilla.
«Me volví una criminal», se quejó Betancourt en uno de los bloques, cuando intentó explicar la campaña que entiende se formó en torno de su reclamo y que llevó a una virtual «lapidación pública» de su persona, razones por las que rechaza por el momento regresar a Colombia y, más aun, retomar la actividad política.
En ese contexto, rechazó la versión que refiere a la responsabilidad que le habría cabido al momento de su secuestro y que para la opinión pública desmerece la demanda al Estado, al afirmar que cuando se dirigía a San Vicente del Cahuán, en plena campaña presidencial, una orden de Bogotá «en referencia al gobierno de Pastrana- le «quita la escolta» con la que contaba, ausencia que horas después facilitó su secuestro.
«Era la forma de control que tenía el gobierno de mi campaña; cuando no quería que yo u otro candidato no estuviera en un sitio, le quitaban la escolta», denunció Betancourt en respuesta a las acusaciones de imprudencia e irresponsabilidad sobre su propio secuestro que se le endilgan desde distintos sectores de su país.
Con un vestido azul corto y casi sin pudor al recrear situaciones vividas, la ex rehén relató detalles de las condiciones de captura a la que fue sometida en la selva y por las que estuvo «como animales» durante «cuatro años con una cadena al cuello y atada a un árbol», con el mal trato de «guardianes terriblemente crueles», y viviendo «situaciones inhumanas y de humillación que afectan psicológicamente y rayan la cabeza».
Betancourt también habló sobre el momento de las FARC luego de los golpes dados a su conducción con una sucesión de maniobras militares en los últimos dos años y consideró que el grupo armado hoy es «un cartel que cosecha, produce, transporta y comercializa la droga» que le permite financiar sus actividades.
La ex rehén atribuyó el momento de «agotamiento» de la guerrilla a «la soberbia de las FARC», cuyos comandantes «pensaron que eran invencibles y que iban a doblegar al gobierno colombiano» con la fuerza que le daban los rehenes que mantenían durante años a la espera de presionar y negociar con el Ejecutivo de turno.
También la invitada expresó su emoción al recordar que aún «hay mucha gente secuestrada» en la selva colombiana, al referirse a la relación con su madre, Yolanda Pulecio, que no dejó de reclamar por su liberación, y del vínculo con su ex esposo Juan Carlos Lecompte, de quien dijo nunca la llamó, y con su ex compañera de cautiverio Clara Rojas, a quien acompañó durante su maternidad en la selva.
Betancourt no dejó pasar la posibilidad de alguna definición política cuando se refirió al presidente colombiano, Juan Manuel Santos «ministro de Defensa al momento de su liberación-, como «un demócrata» y un «hombre abierto», y cuando planteó que la guerra en su país «es una guerra contra los pobres, en un sistema que se nutre de la corrupción».