39% de los limeños ve con agrado a Susana Villarán, pese a que todavía no asume sus funciones
El 2010 será un año que Susana Villarán nunca olvidará. Se convirtió en la primera alcaldesa electa de Lima y la abanderada de una nueva alternativa política que ella cataloga como una izquierda democrática.
Esta mujer de 61 años, tres hijos y cuatro nietos está en la mira y en la boca de todos los limeños. Si el año que se va fue uno de victorias, el que viene será una gran prueba. En una ciudad en la que aún hombres y mujeres no están en iguales condiciones, Susana debe demostrar que el género no tiene nada que ver con la capacidad de gobernar.
También debe quitarle la etiqueta de arcaica y revoltosa a la izquierda, y todo eso sin dejar de cumplir su más grande promesa electoral: hacer de Lima una ciudad para todos.
Palabra de mujer
«Me van a mirar con tres lupas de aumento. Con los hombres son bien concesivos, pero a las mujeres no nos permiten ni una. A la primera se la agarran con nosotras».
Susana Villarán dice que su tarea en la alcaldía no es entrar en carrera con el género masculino. La historia reciente de las mujeres en la política peruana no le ha dejado un saldo positivo. No tiene mucho que heredar. Recuerda que en los 90 Fujimori fue rodeado y respaldado por un grupo de mujeres que le ayudó a llevar adelante su proyecto autoritario.
«No juzgo a las personas por su género sino por sus acciones políticas. Por ejemplo, Martha Hildebrandt es una lingüista que admiro, pero que en el Congreso destituyó a tres miembros del Tribunal Constitucional. Martha Moyano es una mujer con la que protesté en contra de la pena de muerte, y ahora me es irreconocible.
Y sin ir más lejos, a Keiko Fujimori también la respeto como mujer pero la cuestiono por su forma de hacer política». Susana hace hincapié en que tampoco debería olvidarse que, salvando las distancias, en Sendero Luminoso destacó una generación de mujeres que apoyaron la violencia terrorista. Para Villarán estas son razones suficientes para no sentirse mejor que un hombre. Todo depende del tipo de mujer.
Mujer honesta
La antropóloga Liuba Kogan, de la Universidad del Pacífico, explica que el acceso de las mujeres al ámbito político de los noventa despertó expectativas que se vieron exacerbadas por los estereotipos. «Siempre se nos asocia con lo maternal, con la honestidad, la sencillez, la calidez y la cercanía. Eso es lo que se espera de una mujer», dice Kogan. No obstante, el resultado fue la constatación de que la condición biológica de la mujer no determina su trabajo. Para la investigadora lo rescatable de esos años, muy al margen de los discursos autoritarios, es que a pesar de ellos las mujeres se quedaron en la política.
«Hemos visto dos candidatas en campaña, y ganó Susana, que aunque no lo admita utilizó la frase ‘palabra de mujer’ como parte de su estrategia. Era casi como decir: hijo, te aseguro que no te miento», apunta. Villarán responde que se refería a la lucha de las lideresas sociales de quienes sí se siente representante.
Nueva izquierda
«Me sumé a un proceso de renovación que está dando sus primeros frutos, pero no soy solo yo quien lo encarna. No me siento ningún mesías».
Este es su segundo gran desafío: la renovación de una izquierda que había permanecido relegada de la escena pública desde la gestión de Alfonso Barrantes en el municipio de Lima. Según Aldo Panfichi, sociólogo de la Universidad Católica, la figura de Villarán representa la aparición de una alternativa política de centroizquierda. «Ella tiene la oportunidad de promover una renovación que se conectaría con las tendencias internacionales que ha tenido la izquierda, como en Brasil o Uruguay. Susana debe alejarse de la cápsula en la que continúan los sectores extremistas y antisistema; no olvidarse de que mucha gente dejó la izquierda por la presencia de esos sectores», explica Panfichi.
Villarán reconoce la etiqueta que ha llevado hasta nuestros días esa izquierda, pero hace hincapié en que muchos olvidan que Sendero Luminoso eliminó a gran parte de sus líderes dejándolos sin cabezas visibles en el interior del país.
No se detendrá
«También me sentí decepcionada cuando vi que la izquierda se diluía por apetitos personales en los 80. Incluso hoy, en tiempos que exigen renovación, existen personas mayores que aún son tributarias del pasado y que tienen temor al cambio. Les cuesta soltar el poder y dialogar. Pero la izquierda tiene que aceptar su desafío: acercarse a todos los sectores sociales y económicos.
Hemos de ir con los excluidos, así como con los empresarios», asegura Villarán. Según ella, si alguien no quiere ser parte de esta renovación puede manifestar su desacuerdo, pero Fuerza Social no tiene intención de detenerse, aun cuando para Panfichi su rechazo público a una alianza con el MNI y el Partido Fonavista revela una tensión muy fuerte al interior de su partido. «Lo ideal hubiera sido que desde un principio vayan solos aunque les costara la inscripción. El MNI y el Partido Fonavista son sinónimo de todo aquello por lo que la gente huyó de la izquierda», resalta el analista.
Por dentro temblores
Y a pesar de que Gustavo Guerra García renunció al cargo de coordinador nacional, de las amenazas de Alberto Moreno de no dejarla tranquila en el gobierno municipal y de las advertencias apocalípticas de Marco Arana de Tierra y Libertad, la mujer de la chalina verde asegura que su partido sigue firme. Para Panfichi, después de este temblor la primera tarea de Villarán es demostrar que la izquierda es eficiente y que puede ser una buena gestora. «Eso les permitirá vigencia y tener otros roles en la administración pública. Demostrará también a los sectores más extremos de la izquierda que no solo a través de la protesta social pueden canalizar sus demandas. Fortalecerán el sistema democrático con el ingreso de demandas sociales que de otra forma no tendrían acogida. Lo que no debe dejar son las obras. Sería un error hacer un gobierno de discursos solo por diferenciarse de Castañeda», concluye.
Una nueva Lima
«Espero mudarme al centro de Lima en unos seis meses. Estoy buscando un sitio, porque lo que quiero es ir caminando a la alcaldía y conversar con los vecinos».
Ante la pregunta: ¿por qué debería diferenciarse esta nueva gestión municipal? Wilfredo Ardito, abogado especialista en Derechos Humanos, responde que es urgente estimular a los ciudadanos a que hagan suya la ciudad. Para ello la principal herramienta de Villarán debe ser ella misma. La gente no puede ver solo textos en pancartas que les digan cómo actuar. «Susana debe estar en las calles respetando las señales de tránsito y cuidando su ciudad. Solo así podrá tener autoridad moral ante los ciudadanos», resalta. Para él es inevitable hablar de la experiencia de Antanas Mockus y Enrique Peñalosa en Bogotá o de Sergio Fajardo en Medellín. Recuerda a estos alcaldes montando bicicleta para ir a trabajar en vez de usar sus automóviles para evitar los embotellamientos. Decían no usen armas y ellos iban a las calles con campañas contra su uso. Querían detener la violencia. «Personificaban sus mensajes y convirtieron al ser humano en el centro de la gestión municipal», precisa Ardito.
Cambios radicales
Desde la mirada de Villarán, desarrollo urbano, seguridad y transporte son ámbitos de la gestión que servirán para generar cultura ciudadana. «Durante la campaña me preguntaban qué voy a construir y qué no. Pero eso no puede funcionar así. La forma de manejar Lima va a cambiar radicalmente. No se harán las cosas por separado. Lima será una ciudad educadora desde su alcaldesa y todo su equipo. Vamos a estar en las calles enseñando a cuidar Lima», responde sobre su estrategia para generar cultura ciudadana.
Ardito insiste en establecer horizontalidad entre los limeños. No pueden seguir viéndose como enemigos y maltratarse mutuamente. «Hay turistas que conocen y cuidan mejor Lima que sus propios habitantes. Eso pasaba en Bogotá, y allá lo que hicieron fue una campaña llamada ‘¿Qué tan bogotano eres?’, y encuestaban a la gente para saber si conocían lo que era suyo.
La gente respondió muy bien y generó identidad». Que Lima sea una ciudad más limpia, ordenada y segura es el reto más grande y difícil que Villarán tiene por delante. Se propone vencerlo promoviendo la identidad de los limeños. Para eso hizo un llamado general: «Soy concertadora pero necesito de la voluntad de todos. Limeños, cambiemos Lima».
«No voy a tomar ese taxi»
Wilfredo Ardito trabajó cinco años con Susana Villarán en el Instituto de Defensa Legal. De aquella época recuerda dos anécdotas por las que cree que será la primera en promover una cultura ciudadana. «Susana y yo salimos de trabajar y debíamos tomar un taxi en la avenida La Colmena. Aún no había una berma central y un taxista que nos vio tratando de parar un taxi dio la vuelta en u. Casi ocasiona un accidente, paralizó el tránsito y se armó un alboroto.
Cuando finalmente llegó adonde estábamos, Susana le dijo: oiga, señor, en serio no esperará que yo tome sus servicios». Semanas más tarde, cuenta Ardito, Villarán llegó a decirles que en Miraflores una chica fue impedida de ingresar a un local. «Estaba indignada porque no la habían dejado entrar por ser una persona negra. Ella fue al local y les dijo que nunca más iba a ir a ese lugar e hizo un llamado para que más gente se le uniera. Esa es la clase de coherencia que debe tener una autoridad como la alcaldesa de Lima».
Cifras
39% de los limeños ve con agrado a Susana Villarán, pese a que todavía no asume sus funciones.
70% de la ciudadanía cree que el principal problema de Lima es la inseguridad ciudadana.
55% de los limeños cree que la primera gran tarea de la alcaldesa es reparar las pistas.
Mujeres en el poder
– Presidentas: 8 de las 11 mujeres presidentas o jefas de gobierno en ejercicio son las primeras mujeres en su país en ocupar el cargo. 7 de esas 11 mujeres en ejercicio son de países considerados en vías de desarrollo.
– Ministras: En 22 países, las mujeres ocupan más del 30% de las carteras ministeriales.
– Alcaldesas: solo el 5% de las alcaldías en América Latina son ocupadas por mujeres. (Diario La República de Lima)