Juan Manuel Santos acepta que unas organizaciones criminales llamadas Bacrim son ahora "el nuevo enemigo" en Colombia

Las «Bacrim» asustan a Colombia

Estas organizaciones armadas podrían sumar unos 7.000 hombres

Las "Bacrim" asustan a Colombia
Bacrim.

El gobierno cree que las Bacrim han hecho alianzas con la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, y el Ejército de Liberación Nacional, ELN, por temas relacionados con el tráfico de drogas.

El gobierno del presidente Juan Manuel Santos acepta que unas organizaciones criminales llamadas Bacrim son ahora «el nuevo enemigo» en Colombia, un país con un conflicto armado de 60 años, alimentado en buena parte por el narcotráfico.

Así lo reconoció hace pocos días el ministro del Interior y de Justicia, Germán Vargas Lleras, al hablar de las «bandas criminales emergentes», que han sembrado el miedo en algunas regiones, donde se les atribuyen asesinatos y otros delitos, como secuestros, desapariciones forzadas y extorsiones.

En enero pasado, las Bacrim saltaron a las primeras planas de los medios cuando asesinaron a dos parejas de estudiantes universitarios en el caribeño departamento de Córdoba, un zona donde hay una importante actividad de narcotráfico.

«Las Bacrim son organizaciones armadas que podrían sumar unos 7.000 hombres», le dice a BBC Mundo el politólogo Mauricio Romero, profesor de la Universidad Javeriana de Bogotá e investigador de la Corporación Nuevo Arco Iris, que hace estudios sobre la violencia.

Son grupos armados con muchas denominaciones y algunos de los cuales son rivales entre sí y se disputan territorios, rutas y mercados, como «Los Rastrojos», «Los Urabeños», «Los Paisas», «Las Águilas Negras» o «Ejército Revolucionario Anticomunista de Colombia».

El gobierno cree que las Bacrim han hecho alianzas con la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, y el Ejército de Liberación Nacional, ELN, por temas relacionados con el tráfico de drogas.

Mauricio Romero anota que esas alianzas son solo en algunas regiones y asegura que ese argumento sirve para «criminalizar a las FARC y torpedear cualquier negociación con la guerrilla».
Amenaza en época preelectoral

Aunque el gobierno no ha cuantificado a las Bacrim, el ministro Vargas Lleras admite que esas bandas hacen presencia en amplias zonas del norte, el este y el oeste de Colombia.

Esta semana, el ministro Vargas Lleras advirtió que esas bandas podrían llegar a alterar las próximas elecciones regionales de octubre en al menos 64 de lo 1.100 municipios del país.

Los preocupante es que en la lista de zonas en riesgo electoral por las Bacrim aparecen ciudades como Medellín, la segunda del país, o Cúcuta y Arauca, dos capitales ubicadas en la extensa frontera con Venezuela.

Se sabe que las Bacrim están conformadas por mandos medios paramilitares que nunca se desmovilizaron -como sí lo hicieron unos 32.000- por otros que retomaron las armas, por mercenarios que pertenecieron a las fuerzas armadas y por jóvenes pobres, reclutados en zonas urbanas y rurales.

Para algunos las Bacrim son fenómenos similares a los que se dieron con grupos armados que surgieron en Centroamérica después de los procesos de paz en Guatemala, El Salvador y Nicaragua.

Se sabe también que las Bacrim se nutren especialmente del narcotráfico, pero también de otras rentas derivadas de los juegos de azar, la prostitución, la minería y la extracción ilegal de maderas, entre otras fuentes.

¿Neoparamilitares o simples delincuentes?

Pero no hay consenso en el carácter que se les debe dar a las Bacrim. Algunas organizaciones no gubernamentales las consideran paramilitares, mientras que voces del gobierno y la Organización de Estados Americanos, OEA, prefieren catalogarlas como simples grupos criminales.

No es un mero capricho, pues si las Bacrim se clasifican como grupos organizados y armados al margen de la ley, podrían reclamar que se les apliquen las normas del derecho internacional humanitario y hasta exigir un tratamiento político.

El director de la Misión de Apoyo al Proceso de Paz, de la OEA, Mapp-Oea, Marcelo Álvarez, le insiste a BBC Mundo que las paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, que hicieron un proceso de paz con el ex presidente Álvaro Uribe, «han desaparecido como una realidad política».

Alvarez defiende los logros alcanzados por el proceso de paz hecho por Álvaro Uribe y señala que parte de las fuerzas desmovilizadas «han reaparecido, no como paramilitares, sino como bandas criminales ligadas de manera explícita al narcotráfico y a otras actividades ilegales».

Por su parte, Mauricio Romero admite que, «a diferencia de los antiguos paramilitares que tenían intereses en la política nacional, las Bacrim están más interesadas en la política local».

Sin embargo, Romero advierte que ver a esos grupos únicamente como una expresión del crimen organizado es «una visión muy limitada».

Y añade que la organización Human Rights Watch considera a las Bacrim como «las herederas de los paramilitares», mientras que otra organización defensora de derechos humanos, la Comisión Colombiana de Juristas, «prefiere definirlas como neoparamilitares».

Pero, sea cual sea el carácter que se les dé, nadie puede negar que las Bacrim se han convertido en una nueva pesadilla para muchos colombianos.

 

 

 

 

 

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Autor

Paul Monzón

Redactor de viajes de Periodista Digital desde sus orígenes. Actual editor del suplemento Travellers.

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