Me siento afectado por la realidad española y me preocupa el futuro del país, pero sí, es un libro que te trae más enemigos que amigos
«No se puede decir que España sea racista pero sí que hace la vista gorda ante actitudes y comportamientos racistas y me preocupa la idea de los medios intelectuales de que racista es igual a nazi» declaró en entrevista con EP, Alexánder Sequén-Mónchez, escritor de orígen guatemalteco.
¿Qué persigue cuando escribe ‘El cálculo egoísta’?
Uno de los objetivos del libro es desmontar las argumentaciones racistas de tres libros que son muy prestigiosos a nivel internacional y que en España tienen una influencia bastante fuerte pero que pasa desapercibida en la mentalidad política española. Hablo de un libro de Samuel P. Huntington, otro de George J. Borjas — ambos sobre inmigración en EE.UU. — y otro de Giovanni Sartori, que también trata sobre inmigración pero en un contexto más teórico.
En ese sentido, me interesaba contradecir las tesis que sostiene Huntington que convierte al inmigrante en una persona sinvergüenza que viaja de su país de origen con el único objetivo de favorecerse de manera mezquina del estado del bienestar, en EE.UU. o en Europa, así como el hecho de convertir al inmigrante en un agente de disolución del núcleo de la identidad colectiva.
En el caso de Sartori, me preocupa la ‘ciudadanía revocable’ que se asemeja a las propuestas del PP del carné por puntos, el contrato de integración e instaurar legalmente el derecho de admisión a un país y sobre todo el derecho de expulsión.
¿Cree que España es racista?
No se puede decir que España sea racista pero sí que hace la vista gorda ante actitudes y comportamientos racistas y me preocupa la idea de los medios intelectuales de que racista es igual a nazi. Pero hay otras formas de racismo; en concreto, me llama la atención la prevalencia de formas racistas que se han logrado introducir a través del lenguaje como ‘negro’, ‘moro’ o ‘sudaca’, que son reduccionismos de alguien a quien le desprenden el derecho a ser personas.
En mi novela cito un montón de ejemplos, como algún libro de Fernando Sánchez Dragó, que desde mi punto de vista es un completo xenófobo; también algunos artículos de Pérez Reverte que tienen retórica xenófoba, así como casos de la televisión.
¿Es por eso que esta obra se denomina como «polémica»?
Es un libro incómodo, no es recomendable para que sea mi primer libro viviendo en España, pero el hecho de ser inmigrante no tiene por qué reducir mi derecho de expresión o pensamiento crítico. Lo que yo veo aquí lo veo como una persona que vive en España y no como un guatemalteco desde Guatemala. Me siento afectado por la realidad española y me preocupa el futuro del país, pero sí, es un libro que te trae más enemigos que amigos.
¿Cómo se lucha contra el racismo?
Una de las claves es la convivencia. Una de las principales lacras de la inmigración en España es la tendencia al ‘guetto’: compartes espacio con los españoles pero inmediatamente regresas a tu mundo. Lamentablemente, las inmigraciones que han venido a España son inmigraciones cerradas y endógenas. La ecuatoriana, la peruana o la árabe, entre otras, se cierran de puertas adentro y eso genera problemas y da pie a los estereotipos.
En el libro habla de que muchos inmigrantes vienen huyendo de la violencia de sus países ¿A qué se refiere?
Habitualmente se cree que la causa que motiva la inmigración es la pobreza y la búsqueda del estado del bienestar. Sin embargo, en América Latina, la mayoría de emigrantes que se desprenden de su país lo hacen empujados por una atmósfera opresiva, y una violencia extrema que no se daba en tiempos de guerra, y no deja a las personas ser realmente ciudadanos. Por ello el libro se llama ‘El cálculo egoísta’ ya que el inmigrante elige entre su país y su propia vida.
Sin embargo, en ocasiones también traen violencia a España ¿no cree?
La exclusión social y la conformación de pandillas como forma de encontrar el respeto de los otros y de propiciar tu propia autoestima sucede en todas partes, pero en el caso de estas pandillas me preocupa que una parte de la sociedad española pueda interpretarlas de una forma paternalista, y pensar que son los jóvenes expresándose, cuando en realidad son pequeños ejércitos dedicados a delinquir. Yo no le desearía a España lo que se ha vivido en países como Guatemala, el norte de México o el Salvador.
Los Latin Kings no representan a América latina sino a las desigualdades sociales de todo el mundo y no deberían asumirse como expresiones culturales sino combatirse policialmente. Además, se puede caer en el estereotipo de que inmigrante es igual a delincuente, pero lamentablemente cuando un inmigrante viene trae consigo sus cosas buenas y malas, aunque es una cuestión completamente individual.
¿Cree que existe una relación entre la crisis económica y el aumento del racismo?
Puede decirse que sí y que no, si una sociedad exterioriza sentimientos racistas, no quiere decir que se deba sólo a una coyuntura sino que han estado ahí y en un momento concreto se materializa. Lo que no se ha querido entender es que económicamente las ‘sociedades puerto’ (las que reciben inmigrantes) han tenido mucho que ver en la producción de inmigrantes debido a su impacto en la realidad de estos países.
Por ejemplo, es inminente que la revuelta árabe provoque una respuesta demográfica de miles de inmigrantes. En ese sentido, encuentras unas valoraciones morales, porque la mayoría de los lugares donde se han producido estas revueltas son países interlocutores de los estados desarrollados como España, Francia o Inglaterra, que han validado estos regimenes. Por ello, la responsabilidad moral debería afectar a Europa, que desde hace años sabía que estaban sufriendo. Sin embargo, mientras se tenía el gas y el petróleo no pasaba nada, y ahora habrá consecuencias en la manera en la que se han manejado las amistades políticas.