Londoño Hasmet es el "Osama" colombiano, quien, como el árabe, no suelta un silbato ni su fusil, un lustroso AK-47 de madera, además de una larga barba, una cazadora de fatiga y el infaltable turbante blanco
Hichster Londoño Hasmet no es un colombiano cualquiera. Es un pintoresco celador de un parqueadero de automóviles del central barrio bogotano de Santafé, en el que por sus calles se pasean prostitutas y travestis, pero también «Osama Bin Laden».
Londoño Hasmet es el «Osama» colombiano, quien, como el árabe, no suelta un silbato ni su fusil, un lustroso AK-47 de madera, además de una larga barba, una cazadora de fatiga y el infaltable turbante blanco.
«El guardián del barrio Santafé», como también lo conocen sus vecinos, decidió un día de 2001 que cambiaría su aspecto, y guardó para siempre su pasamontañas que usó mas de 5 años, y lo cambió por un turbante.
Se dejó crecer la barba y el bigote desde el día en que le mostraron unas fotografías en las que se identificó con el inductor del ataque a las Torres Gemelas de Nueva York.
Los comerciantes y vecinos de este barrio bogotano lo saludan y lo nombran por su apodo. Él se acerca con un abrazo y una sonrisa y los conductores desde sus vehículos hacen sonar sus bocinas y le llaman para fotografiarse con quien fuera uno de los asesinos más buscados del mundo.
Víctor Manuel Ronco, un taxista y amigo del «Osama» colombiano, señala que lo conoce así hace 8 años, y afirma que cariñosamente le dice así por que se viste como el líder de Al Qaeda y tiene su misma fisonomía.
Londoño Hasmet confiesa que nunca ha tenido que utilizar su AK-47 y sopla su silbato en su función como vigilante, que realza con un cuchillo de 20 centímetros y un gas paralizante para cuidar los vehículos a su cargo en la zona.
Revela también que nunca ha tenido que irse a los golpes con un ladrón porque como él dice, con su presencia «es suficiente».
Al ser preguntado por la recompensa de 25 millones de dólares que ofrecía el Gobierno estadounidense, el «Osama bin Laden» colombiano, en tono jocoso, dice: eso era «lo que pagaban por mi padre. Por mí, no!», responde.
El comandante policial de la zona bogotana en la que vive y trabaja «Osama», el teniente Mauricio Becerra, recuerda que en varias oportunidades han llamado a informar «acerca de un hombre que usa una chaqueta camuflada y va armado de un fusil y anda por las calles del barrio».
Pero el oficial, como conoce al personaje, simplemente dice: «es Osama», y tranquiliza a los temerosos transeúntes.
Confirma que el AK-47 es de madera, y agrega que si fuera de verdad, hacía rato lo habían confiscado y su dueño habría sido enjuiciado por tenencia ilegal de armas.
Londoño Hasmet tiene en su billetera un recorte de periódico con una fotografía del verdadero Osama cuando estaba joven, y sin miedo, muestra su identificación colombiana para demostrar su enorme parecido.
El verdadero Osama, el terrorista más buscado del mundo, fue muerto por comandos especiales norteamericanos en Pakistán. El colombiano trabaja en Bogotá y saca provecho de la leyenda de su gemelo.