Rodrigo Londoño Echeverri, alias «Timochenko» o «Timoleón Jiménez», se convirtió en el tercer máximo comandante en la historia de las FARC al ser elegido para suceder a «Alfonso Cano» por el Secretariado Mayor de la mayor guerrilla colombiana, la más antigua de América.
«Queremos informarles de que el camarada Timoleón Jiménez, con el voto unánime de sus compañeros del Secretariado, fue designado el 5 de noviembre nuevo comandante de las FARC-EP», según un comunicado de los rebeldes que zanja el vacío de mando dejado el 4 de noviembre, cuando el Ejército de Colombia mató a «Cano».
El nuevo comandante máximo de las FARC tiene la obligación de continuar «el plan estratégico hacia la toma del poder para el pueblo», según el comunicado divulgado hoy por la Agencia Bolivariana de Prensa (ABP).
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) agregan que «la cohesión de sus mandos y combatientes, como decía Manuel Marulanda Vélez, sigue siendo uno de los más importantes logros» de la guerrilla.
También hacen referencia a las previsiones de los expertos y de los políticos tras conocerse la muerte de Guillermo León Sáenz, alias de «Alfonso Cano», que auguraban el debilitamiento y próximo fin de la guerrilla.
«Esos pobres analistas y políticos mediocres, aduladores del poder, que hoy hablan del derrumbe de las FARC ante la muerte del comandante, son tan ignorantes que ni siquiera merecen el gesto de nuestro desprecio», sostiene el documento.
La guerrilla también afirma que «no se resquebrajó el mito de ‘Alfonso Cano'» y deja claro que el exjefe abatido por el Ejército era «el más ferviente partidario de la solución política y la paz».
Expertos consultados por Efe coinciden en que Londoño, nacido el 22 de enero de 1959 en Calarcá, en el Eje Cafetero, tiene un perfil «más militar», por su preparación en la antigua Yugoslavia, que «Cano», que era considerado «un intelectual».
«Timochenko» además está considerado como el responsable de la inteligencia y contrainteligencia de las FARC.
El nuevo máximo comandante de las FARC recibe una guerrilla en su punto más bajo, pero con entre 8.000 y 10.000 hombres armados, algo menos de la mitad si se compara con sus mejores tiempos, cuando este grupo rebelde contaba con 20.000 guerrilleros, a finales de los años noventa.
En los últimos tres años ha perdido a sus jefes históricos, ya no controla extensos territorios y ha sido obligada a replegarse a las partes altas de las montañas y a lo profundo de las selvas.