La joven peruana es la víctima número 17 del naufragio del crucero Costa Concordia
La camarera peruana Erika Fani Soria Molina, el último cadáver en ser recuperado tras el naufragio en aguas italianas del crucero Costa Concordia, ha sido descrita por varios supervivientes como una heroína.
Los testigos afirman que Erika ayudó a muchos a subirse a los botes de salvamento, y cedió su propio chaleco salvavidas a un anciano.
El cuerpo de la empleada peruana fue encontrado portando aún su uniforme de camarera pero sin chaleco.
Graduada en Turismo, Erika Soria realizaba su tercer viaje de crucero por el Mediterráneo cuando se produjo el naufragio.
La recuperación de su cuerpo este 28 de enero de 2012 puso fin a varios días de búsqueda desesperada por parte de los equipos de salvamento, así como de sus padres y una hermana, que siguieron con angustia las tareas desde el puerto de Giglio.
LOS FAMILIARES EN PERÚ
Cuando sonó el teléfono en Cusco y oyó desde Italia la voz quebrada de su padre, el suboficial de la policía Helar Soria Molina rompió en llanto.
La última esperanza que tenían de hallar viva a su hermana Érika se había extinguido.
El cuerpo de la joven fue hallado el sábado y reconocido luego por don Saturnino y doña Benedicta, progenitores de la joven tripulante que pereció en el accidente que sufrió el crucero Costa Concordia hace quince días, frente a la isla italiana de Giglio.
La joven peruana se convierte en la decimoséptima víctima identificada del naufragio; dos de ellos aún no pueden ser identificados, mientras que permanecen desaparecidas otras 16 personas. Thomas Alberto Costilla Mendoza es el otro peruano fallecido en el desastre marítimo.
El cuerpo de Érika Soria fue ubicado por los buzos de la Guardia de Finanzas italiana (policía fiscal y de fronteras) en la parte sumergida de la cubierta seis.
DOLOROSA ESPERA
Los familiares de Érika piden la pronta repatriación de sus restos.
«Hace un par de horas me llamó mi papá y lo sentí destrozado. Es su hija menor, nuestra engreída, imagínate. Ahora solo nos queda resignarnos y esperar que cuanto antes nos devuelvan su cuerpo, para darle sepultura en el Cusco. Solicitamos que el presidente interceda ante las autoridades italianas para que ese trámite no demore demasiado».
Una vez conocida la noticia, familiares y vecinos se han acercado a la casa de los Soria Molina, en la villa El Sol, y les han mostrado su apoyo.
Los hermanos de Érika la recuerdan como una chica alegre, jovial, emprendedora y soñadora.
«Ella siempre luchó por sus sueños. Quiso estudiar Turismo y lo logró. A los 22 años se graduó en la Universidad Andina del Cusco y poco después comenzó a viajar por el mundo en cruceros. Todos la vamos a recordar como una gran mujer y un ejemplo por seguir».