Nicolás Maduro, profundiza la tesis de su antecesor y dice que el problema no es sólo el capitalismo, sino los "antivalores" que difunden los medios de comunicación
El informe es de Darío Mizrahi, quien denuncia en Infobae queel chavismo se ha negado durante 14 años a llevar sistemáticamente a llevar el tema de la violencia criminal al centro de su agenda política, a pesar de que la violencia, el crimen y la delincuencia acongojan de manera obsesiva a los venezolanos.
El cambio se produjo hace unas semanas. Y todo porque una de las más de 2.000 personas que mueren por mes en el país como resultado de la violencia ciudadana fue Mónica Spear, una ex miss Venezuela que en los últimos años se había convertido en una reconocida actriz de telenovelas.
Es paradójico que un gobierno socialista se ocupe de un problema recién cuando lo sufre un miembro de los sectores medios y altos, que son víctimas de las muertes violentas que produce la inseguridad en 1% o 2% de los casos. El 80% de los asesinados son pobres.
El caso Spear («No piso más Venezuela»), que fue asesinada junto a su pareja por una banda delictiva que quiso robarles mientras recibían asistencia mecánica a un costado de la carretera, evidenció muchos fracasos de la sociedad chavista.
En primer lugar por la conjunción de caminos en mal estado, zonas liberadas por las fuerzas de seguridad y falta de prevención para detectar cuáles son las regiones de alto riesgo.
En segundo lugar, porque los principales imputados son dos adolescentes de 15 y 17 años. Ambos crecieron y vivieron casi toda su vida en la Venezuela socialista y bolivariana de Hugo Chávez.
¿Por qué si hubo una inclusión social tan importante como la que declama el Gobierno aumentó tanto la cantidad de jóvenes que se dedican al delito? ¿Por qué los sectores populares están cada vez más indefensos cuando en realidad deberían sentirse más protegidos que nunca?
El problema de echarle la culpa al Hombre Araña
Chávez asumió la presidencia de Venezuela el 2 de febrero de 1999. Según el Observatorio Venezolano de Violencia, el año anterior había terminado con 4.550 homicidios, lo que representaba una tasa de 18 cada 100.000 habitantes, considerada muy alta en cualquier lugar del mundo.
Pero el tema parecía no preocuparle al presidente.
«Cuando Chávez accedió al poder y su agenda fue exclusivamente política e ideológica. Los años pasaban y no hablaba nunca de la inseguridad. Para él no era un tema relevante, entonces nunca hubo una política de seguridad», dice el sociólogo Luis Cedeño, director de Paz Activa, una ONG abocada a buscar soluciones a los problemas de seguridad ciudadana en Venezuela.
Tras una primera etapa de silencio, a partir de una serie de casos que convulsionaron a la opinión pública e instalaron a la inseguridad en el tope de las preocupaciones ciudadanas, desde 2005 el Gobierno empezó a hablar del problema.
Pero el abordaje eludía toda responsabilidad: los homicidios, los secuestros y los robos son una consecuencia del capitalismo, y ocurren en Venezuela de la misma manera que en otros países. Por tanto, la solución es erradicar el capitalismo y avanzar hacia el socialismo.
El problema que tiene esta interpretación es que los asesinatos aumentan año a año en Venezuela, lo que introduce una disyuntiva: o se trata de una explicación errada del problema, o el país se vuelve cada vez más capitalista, lo que contradiría las bases del discurso oficial.
Fallecido Chávez, su heredero, Nicolás Maduro, profundizó la tesis de su antecesor. El problema no es sólo el capitalismo, sino los «antivalores» que difunden los medios de comunicación.
«En estos días nos pusimos a ver El Hombre Araña 3. Eso es candela, desde que empieza hasta que termina es muertos y más muertos. Y es una de las series que más les gusta a los niños chiquitos.
Ese muchacho que a los 14 años carga una 9 milímetros tiene en el cerebro miles de horas de transmisión de series donde matan gente».
Pero así como hay capitalismo en casi todo el mundo, las películas del Hombre Araña se proyectan en la mayoría de los países.
Sin embargo, algunos tienen tasas de homicidio muy bajas y otros muy altas, sin que varíe el modo de producción ni la cartelera del cine.
El error de diagnóstico se plasmó en las políticas públicas.
«La voluntad política se mide en cómo se asignan los recursos presupuestarios. El 1% es lo que se viene destinando a seguridad ciudadana, diez veces menos de lo que va a Defensa», cuenta Samuel Yecutieli, consultor venezolano en Seguridad Ciudadana y presidente de Segured.com, en diálogo con Infobae.
«Mientras que la seguridad ciudadana se piensa en función de proteger al ciudadano, la Defensa se enfoca en la seguridad de las fronteraas y de las instituciones del Estado y de sus funcionarios. ¿Qué es más importante, fortalecer la policía municipal o comprar un avión supersónico?».