El verano pasado, la repentina muerte de Robin Williams sorprendió al mundo. Su propia familia quedó destrozada al enterarse de que el actor de 63 años se había quitado la vida tras sufrir años de depresión y un principio de párkinson.
El fallecimiento de Williams unió a la familia, pero ahora se enfrentan unos y los otros por la herencia de la estrella de Hollywood.
La viuda del actor, la diseñadora gráfica Susan Schneider, ha presentado una denuncia en la que alega que los tres hijos del actor, Zak, Zelda y Cody, se llevaron pertenencias de su marido «de manera unilateral» de la residencia que tenía Williams en el norte de California.
Schneider pide al juez que los objetos de esa casa no les sean entregados. Por su parte, el abogado de los vástagos del intérprete asegura que ni él ni sus representados han estado en una casa en la que se les ha negado la entrada.
EL CORAZÓN ROTO
En declaraciones al «The New York Times», los hijos del protagonista de «Señora Doubtfire» o «El club de los poetas muertos» han asegurado tener el corazón roto porque Schneider está actuando «en contra de los deseos de su padre, desafiando los planes que tan cuidadosamente hizo para su herencia».
Según los documentos aportados al juzgado, Williams legó a sus hijos todos los recuerdos y premios a lo largo de su carrera, así como otros objetos personales.
Por su parte, el abogado de la viuda ha asegurado que su cliente solo busca el dictamen de un juez sobre ciertas cláusulas del testamento, ya que ella entiende que, si le corresponde la casa donde vivía con su marido, los objetos que están dentro la propiedad también son parte de su herencia.