El fotógrafo chino SimChi Yin ha enfocado su cámara hacia ellos. Viven a la sombra de los nuevos rascacielos de Pekín, cientos de nuevos edificios que se levantan cada año para seguir construyendo el «Nuevo Beijing».
En paralelo a ese desarrollo, miles de ciudadanos chinos llegan cada día a la capital atraídos por los cantos de sirena de una prosperidad a la que creen tener derecho. Pero la realidad con la que se topan es, a menudo, otra bien distinta: en vez de fortuna, lo que allí les espera es la precariedad más absoluta.
Con trabajos que apenas les permiten llegar a fin de mes con dificultad, la única opción en la gran urbe para miles de trabajadores es el subsuelo, la infravivienda subterránea.
Se calcula que hay alrededor de un millón de personas en Pekín que viven bajo tierra. Entre los más pudientes, aquellos son conocidos como la «tribu de las ratas». En la mayoría de los casos se trata de jóvenes migrantes llegados desde otras provincias. Entre ellos hay camareros, cocineros, guardas de seguridad, peluqueros, trabajadores domésticos, dependientes de todo tipo de comercios…
Ellos son la columna vertebral de la industria de servicios de la ciudad, pero se ven abocados a vivir de alquiler en cubículos de siete metros metros cuadrados, casi siempre sin ventanas ni ventilación, situados en sótanos y habitáculos inicialmente concebidos como refugio antiaéreo que pueden llegar a contar con hasta tres niveles subterráneos.
Imagina vivir sin aire a diez metros bajo tierra.
Imagina tener que compartir diariamente un único baño con otras ochenta habitaciones como la tuya.
Imagina que esa es tu única opción a techo en una ciudad que ha resultado ser mucho más cara de lo que nadie está dispuesto a pagarte. Y, encima, el gobierno amenaza con desahuciarte porque ahora, veinte años después de que ellos mismos liberalizaran las normas y fomentaran su alquiler como vivienda, considera estos espacios «inseguros, sucios y caóticos».
Eso sí, de ofrecer alternativas asequibles para sus moradores no hablamos.
Esa es la realidad que refleja Sim Chi Yin en su serie China’s «Rat Tribe».
O cuando eres joven, migrante y precario en Pekín, y la única opción que te queda es vivir como una rata.