Fueron rescatadas en Roma por una señora de la limpieza y dos carabineros, que las encontraron deshidratadas

Las dos monjas que se quedaron tres días atrapadas en un ascensor se han salvado de milagro

La irlandesa de 58 años, y otra neozelandesa de 68, vivían en la Casa de las Hermanas Maristas

Las dos monjas que se quedaron tres días atrapadas en un ascensor se han salvado de milagro
En el ascensor dee

Gritaron solicitando socorro, pero ninguno pudo oírlas al no haber nadie en el edificio durante el fin de semana

Han permanecido encerradas en un ascensor durante tres días sin agua ni comida. Las protagonistas son dos monjas, una irlandesa de 58 años, y otra neozelandesa de 68, que vivían en la Casa de las Hermanas Maristas, en la vía Aurelia de Roma.

Según da cuenta Ángel Gómez Fuentes en ‘ABC‘, las dos religiosas subieron al ascensor el pasado viernes por la tarde y de forma imprevista se quedó bloqueado por una avería eléctrica. Al no disponer de teléfono móvil, las dos monjas gritaron solicitando socorro, pero ninguno pudo oírlas al no haber nadie en el edificio durante el fin de semana.

No les quedó otra alternativa que armarse de paciencia, rezar y esperar la llegada de alguien que las pudiera rescatar.

Tuvieron que pasar tres días hasta que por fin el lunes la señora que realiza tareas de limpieza llamó a los carabineros para que abrieran la puerta, tras sus insistentes llamadas al Instituto religioso sin recibir respuesta. Los militares lograron entrar gracias a las llaves que conservaba otra casa de monjas que viven al lado.

MUY AGRADECIDAS

Cuando entraron, los carabineros gritaron si había alguno en el edificio, y las monjas respondieron con un hilo de voz lleno de esperanza: «Sí, estamos aquí, en el ascensor». Los carabineros, convertidos en sus ángeles custodios, las salvaron de inmediato, recibiendo el emocionado agradecimiento de las dos religiosas, que se encontraban en buenas condiciones de salud, pero visiblemente conmocionadas y deshidratadas.

Junto al agradecimiento, las dos monjas, aturdidas aún por el calvario, explicaron que pasaron el tiempo «rezando mucho».

Fueron ingresadas en un hospital cercano para ser tratadas de deshidratación. La Casa de las Hermanas Maristas acoge temporalmente las religiosas que llegan a Roma o deben partir a las misiones repartidas por el mundo.

Desde ahora, quien allí se hospede mirará si hay alguien en el edificio antes de coger el ascensor.

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