Se reunieron tan felices en la iraquí Mosul para dar cuenta de una opípara cena, con la que se rompe el ayuno diario del Ramadán, la llamada Iftar.
Eran 145 comensales, todos ellos militantes del Estado Islámico, y no tardaron en comenzar a caer como moscas.
Orgullosos y desprevenidos, tras haber proclamado a sangre y fuego un califato con leyes e instituciones propias en el territorio que controla, –de 90.000 kilómetros cuadrados-, no se percataron de que un simple camarero les había envenenado la comida, tal y como da cuenta ‘Al Sumaria News‘.
Algunas fuentes aseguran que les metieron en la comida veneno para ratas.
Según un representante del Partido Democrático del Kurdistán, que trata de quitar hierro al asunto,
«se desconoce si la comida fue envenenada a propósito por alguien o se trató de una intoxicación alimentaria»
En el terreno luchan contra los islamistas los Ejércitos de Siria e Irak, así como los kurdos y las milicias chiíes del Líbano e Irak.
La ONU estima que más de 20.000 extranjeros engrosaron las filas de islamistas de EI u otras organizaciones extremistas.