Con solo seis años Dominick Andújar salvó a su hermana mayor de la agresión de un violador que irrumpió en su casa. Pero el precio que tuvo que pagar el niño por su hazaña fue muy alto: el agresor le quitó la vida cortándole la garganta con un cuchillo.
El asesino y violador vivía cerca de la casa de sus víctimas en Camden (New Jersey, EE.UU.) y eligió el momento perfecto para el ataque: los niños estaban solos en casa, ya que su madre divorciada estaba en un hospital. La tragedia pasó hace dos años, pero ahora acaban de sentenciar a Osvaldo Rivera a 110 años de prisión, informa ‘Mirror‘.
El agresor irrumpió en la vivienda y encontró a Amber, de 12 años, dormida en la sala. Era el día de su cumpleaños. El delincuente cogió un cuchillo de la cocina y, amenazando a la preadolescente, empezó a abusar de ella sexualmente. Los gritos desesperados de Amber despertaron a su hermano pequeño, que salió de su cuarto y al ver la escena no se lo pensó ni un segundo y arremetió contra el agresor.
El violador se sintió ‘amenazado’ y tras cortarle la garganta a Amber hizo lo mismo con su hermano pequeño y abandonó la casa. Dominick no sobrevivió, pero su hermana sí lo hizo y salió a la calle ensangrentada para buscar ayuda. Los vecinos llamaron a la Policía.
Pocos días después de la tragedia una de las maestras de Dominick entregó a su madre el diario del niño, donde había escrito las frases: «Soy un superhéroe. Salvo vidas».
Amber tuvo que someterse a dos operaciones y a un largo período de rehabilitación para regresar a su vida normal, aunque nunca ha vuelto a ser la misma después de perder a su «pequeño héroe», como llama a su hermano, que dio su vida para protegerla.
Son las mismas palabras que actualmente la adolescente lleva tatuadas en un brazo. En el juicio Amber tuvo que enfrentarse a su agresor para identificarle. Su madre declaró que quería que «este animal sufriera» como lo hizo su hijo en su propia casa.