El tipo se las sabe todas. Porta un traje de aquí te espero, y tiene una casa y una cuenta corriente que para sí quisieran muchos.
Se llama Bushiri, y a costa de la gente más desesperada de Zimbabwe, se está forrando de lo lindo a costa de sus supuestos milagros.
El jet privado que utiliza es «un regalo del cielo». Con el video que subió a su cuenta en YouTube, sobre estas líneas, intentó convencer a la egión de descreídos
«Si creemos en los magos, por qué no creemos en los milagros de Dios»; dice Bushiri
Ahí está entonces Bushiri en la escalera. Baja con calma peldaño a peldaño. Pero algo cambia hacia el final. La cámara cierra el plano y sólo muestra sus pies, Es cuando vemos el milagro: Bushiri flota unos centímetros hasta posarse con suavidad en la alfombra.
Los pies de Bushiri se despegan del suelo. Pero la cámara no puede evitar la sombra del hombre que sostiene en alto al predicador
UNA BURDA TRAMPA
La trampa ha sido tan obvia que puede hacer reír. La sombra del hombre que lo sostiene ha sido evidente durante la levitación; también su huida, una vez que el predicador toca el suelo. El audio también lo ha puesto en evidencia; una puerta que se cierra con prisa reveló la huida del cómplice.
La puerta está cerrada al inicio del «milagro». Pero al final, el cómplice del predicador ha huido de la habitación, dejándola entreabierta
Tal vez por el apuro, el ayudante del «profeta» cometió otro error imperdonable. La cámara que recorre la habitación para demostrar que Bushiri estaba solo en la habitación mostró entreabierta la puerta que antes se vio cerrada. La trampa, consumada.
Este tipo de prácticas pueden parecer burdas, pero son exitosas. Al menos para satisfacer los Bushirin. «Si creemos en los magos, por qué no creemos en los milagros de Dios»; ha dicho en su defensa. Los «milagros» son variados. El más popular convierte en dólares la devaluada moneda zimbabwense que sus seguidores atesoran en sus bolsos.
El vídeo de aquellas sesiones de revaluación monetaria súbita han mostrado el efecto que produce en la muchedumbre. La trampa se ha consumado una vez más.