Ha tomado sales de baño, pero no precisamente en su bañera. O quién sabe… el caso es que está drogada hasta las cejas de la llamada droga caníbal, en una localidad rusa donde sus amigos la graban en una especie de repetitivo trance en el que trata de contestar al móvi, o hablar con él.
La joven se sube a una furgoneta con unos gestos inverosímiles y, aunque no le da por morder a nadie, se queda con el personal con sus absurdos aspavientos que pueden llegar a sacar de quicio al más colgado.
Ver para creer.