ANGELE GRENIER SE ENFRENTA A UNA LARGA CONDENA EN PRISIÓN

El extraño delito que convirtió a una pelirroja en una de las mujeres más buscadas de Canadá

¿Su crimen? Es una contrabandista y una traficante ilegal confesa

El extraño delito que convirtió a una pelirroja en una de las mujeres más buscadas de Canadá
Angele Grenierha luchado una larga batalla legal BBC

Angele Grenier es una abuela pelirroja cuya apariencia no se asociaría a primera vista con un criminal. Sin embargo, ella es una de las mujeres más buscadas de Canadá.

Y como tal, enfrenta la posibilidad de cumplir una larga sentencia en prisión y pagar multas de alrededor de 500.000 dólares canadienses, unos US$368.000.

¿Su crimen? Es una contrabandista y una traficante ilegal confesa.

Es una persona que vende contrabando a lo largo las fronteras de una de las provincias canadienses.

Pero ¿qué es lo que exactamente está vendiendo que ha indignado a las autoridades canadienses y ha provocado que las autoridades entren a su propiedad?

¿Drogas?

¿Armas?

No, sirope de arce… Sí, esa sustancia preciosa, brillante, dulce con la que te comes tus panquecas en el desayuno o lo que le añades a tu mezcla para hacer galletas.

Bienvenido al mundo de la producción de sirope de arce en Quebec, la provincia más grande de Canadá.

«Mafia»

Por décadas, Grenier y su esposo han estado produciendo sirope de arce en su granja en el pueblo de Sainte-Clotilde-de-Beauce, 100 kilómetros al sur de la ciudad de Quebec.

Cada primavera, ellos perforan huecos en sus árboles de arce y extraen la dulce savia, la cual es hervida hasta convertirse en un sirope.

No se añade nada, es un producto completamente natural.

Es una práctica que se repite en todo Quebec. Unos 7.300 productores de sirope de arce, la mayoría de ellos miembros de granjas familiares, producen 70% de la oferta mundial, valoradas en más de 600 millones de dólares canadienses, unos US$442 millones.

La broma que se hace es que Quebec es la Arabia Saudita de la producción de sirope de arce. Es un reflejo de su dominio en el mercado global.

El problema para Grenier y otros «rebeldes del sirope de arce» es que no pueden vender la sustancia libremente.

En cambio, desde 1990, se les ha estado pidiendo que entreguen la mayor parte de lo que producen a la Federación de productores de sirope de arce de Quebec (FPAQ, por sus siglas en francés).

Con el respaldo de los tribunales civiles canadienses, la federación tiene el monopolio de la venta de sirope de arce de Quebec en el mercado mayorista y de exportarlo afuera de la provincia.

Establece el precio que se le paga a los productores y les cobra una cuota de 12% por libra de sirope.

A los productores solo se les permite vender independientemente una muy pequeña cantidad de sirope a los visitantes de sus granjas o en sus mercados locales.

También deben pagar la comisión de 12% a FPAQ.

«Nuestro sirope no nos pertenece», señaló Grenier, quien califica la federación como una «mafia».

Como no están dispuestos a tolerar esa situación, en años recientes Grenier y su esposo han estado vendiendo su sirope de arce a lo largo de la frontera, en la fronteriza provincia canadiense de New Brunswick.

Como si se tratara de una película de Hollywood sobre drogas, Grenier y su esposo cargan un camión con barriles de arce y conducen tan rápido como pueden, bajo el amparo de la oscuridad, a la frontera.

La pareja está violando la ley, pero están luchando por su derecho a vender el sirope (a sus clientes) al precio que ellos escojan.

Miembros de FPAQ y agentes de la policía la han visitado varias veces y Granier enfrenta la posibilidad de ir a prisión si continúa negándose a entregar el sirope que produce.

La federación también la ha multado como 500.000 dólares canadienses, unos US$368.000, lo que cual está disputando porque dice que no dará marcha atrás.

«Queremos que nos devuelvan nuestra libertad», dijo Grenier.

«Corea del Norte»

Paul Roullard, subdirector de la FPAQ, defiende las acciones de la federación.

«La gente que dice que nuestras prácticas son totalitarias deberían ir y ver lo que pasa en China, Corea del Norte o África».

Roullard es también rápido al señalar que la FPAQ no se adjudicó esos poderes unilateralmente. Fueron acordados por «100% de los delgados que representan a los productores de Quebec, cuando votamos por ellos».

En 1990, cuando la federación obtuvo el primero de sus poderes de largo alcance, los productores de arce de Quebec apoyaron la medida porque los precios estaban bajos, en alrededor US$1 por libra.

A cambio, la FPAQ prometió comercializar de una mejor manera el sirope y fijar los precios con compradores autorizados.

Y en eso fueron exitosos, con una demanda y precios en alza hasta el día de hoy, el precio se ubicó en US$2 por libra.

En 2004, la federación nuevamente dio un paso para ayudar a sus miembros cuando un boom en la producción terminó en grandes excedentes que había que vender.

Para resolver el problema, los miembros respaldaron su decisión de imponer cuotas de producción a los productores, las cual continúan hasta el día de hoy.

Cualquier sirope producido por encima de la cuota de una granja es puesto en las reservas de la federación, donde se retiene para mantener el suministro en años en los que la temporada sea pobre.

En la actualidad, alrededor de 15% del sirope anual de un productor va a las reservas. El pago se produce una vez se haya vendido. Eso puede tomar años.

La FPAQ indicó que la mayoría de sus miembros continúan respaldando sus políticas, como Raymond Gagne, cuya familia ha estado produciendo sirope por generaciones.

El hombre de 75 años indicó: «La federación es un sistema excelente gracias al cual sabemos en cuánto se valora nuestra producción antes de la cosecha. Los precios son estables y aumentan cada año».

«Comunista»

Los rebeldes continúan quejándose sobre lo que ellos perciben como tácticas de mano dura de la federación.

Uno de ellos es Daniel Gaudreau, un productor de Scotstown en el sur de Quebec.
Asegura que en 2014, la FPAQ lo acusó de vender más de su cuota asignada e incautó toda su producción.

Este año, dice, la federación incluso envió guardias privados a su propiedad y ahora se encuentra demandándolo por más de 225.000 dólares canadienses, unos US$165.000.

«La situación es completamente ridícula. Solo unos pocos de nosotros se atreven a enfrentarse a la federación porque construyó un sistema que está basado en el miedo y tiene muchos más recursos financieros que nosotros».

Benoit Girouard, presidente del sindicato Union Paysanne de Quebec dijo que FPAQ necesita flexibilizar sus normas y métodos.

«La federación no tiene que ser coercitiva como es ahora», indicó. «Sus sistema es totalitario y comunista. Los productores no tienen espacio para trabajar, esa es la razón por la cual la mayoría de ellos engañan».

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