No se sabe si fue por la emoción del momento, por la belleza de la joven o simplemente porque le llegó su hora por designio divino.
El caso es que lo último que vio el ladrón brasileño fue a una ‘rubia de infarto’ cuando trataba de atracarla, ya que cayó fuminado de un ataque al corazón cuando la mentada estaba a punto de entregarle la recaudación del día.
Las autoridades del país sudamericano confirmaron la causa de tan inoportuno deceso.