El vídeo corre como la pólvora por los circuitos menos convencionales de Internet, y poco se sabe del protagonista, y mucho menos de por qué se suicidó en plena tienda.
El sujeto parece intercambiar unas palabras con el dependiente para, acto seguido, esgrimir una pistola y descerrajarse un tiro en pleno corazón.
Tras el impacto, y mientras la sangre dibuja un reguero en su camisa, se queda extrañamente en pie un rato. Después cae a plomo, sin vida.