Brett Archibald estaba viajando con un grupo de amigos en un barco hacia las Islas Mentawai, frente a la costa de Indonesia, cuando se desató una tormenta, se desorientó y cayó al mar tras haber perdido el conocimiento.
La caída fue de 6 metros y, según relata a la BBC, soñaba que estaba en una lavadora y que daba vueltas. Sin embargo, cuando recuperó la consciencia y abrió los ojos, el bote en el que viajaba ya estaba muy alejado, por lo que comenzó su carrera por la supervivencia, bastante complicada porque esa zona no era típica para que pasaran embarcaciones.
Sus pensamientos pasaban de la negatividad a la positividad con mucha facilidad y hasta pensaba que encontraría troncos flotando en los que apoyarse, pero la tormenta comenzó de nuevo y pensó que se había quedado sin fuerzas para continuar.
Con desesperación se le ocurrió hacerse una herida con un mensaje de amor a su pareja, pero recordó que la sangre atraería a los tiburones. Fue entonces cuando se le ocurrió hacer señales con el reflejo del sol en su tarjeta del hotel para que los barcos lo entendieran como código morse y lo rescataran, aunque no tuvo ningún efecto.
Después de 12 horas de espera y supervivencia apareció un barco, aunque en esto tampoco tuvo mucha suerte porque se fue sin haberlo localizado.
En ese momento, según su relato, empezó a alucinar viendo a la Virgen María recreada con juegos de Meccano. Pero este no sería el final de su historia porque vio una boya -un espejismo- y dejó que la corriente le llevase hasta ella, aunque por el camino le picaron unas medusas y se acercó un tiburón, que finalmente se fue. Después fueron las gaviotas las que le atacaron.
A la mañana siguiente decidió que lo mejor era suicidarse y respirar agua, pero cuando estaba intentándolo lo rescataron los tripulantes de un barco que habían salido a buscarlo, puesto que el Gobierno había descartado esta idea al pensar que ya estaría muerto.