Cuenta Christina Fischer, de 36 años y residente en Fort Walton Beach, en Florida (EE. UU.) que cuando la madre adoptiva salió de ver a la pequeña Abigail Lynn de la unidad de recién nacidos solo tenía lágrimas en la cara, y sin más se fue junto a su marido abandonando el hospital: «Nunca más supimos de ellos».
Así fue cómo supo que la adopción de su hija no se llevaría a cabo porque la pareja no la aceptaba al padecer el síndrome de Treacher Collins.
Cuenta ‘Telegraph‘ que la decisión de Christina de dar en adopción a su futuro bebé no fue una cuestión sencilla. Sin recursos económicos, sin una residencia fija, sin pareja estable y con un embarazo no esperado, la entrega a través de una agencia se presentó como la opción menos traumática y ahí fue dónde apareció esta familia del estado de Georgia que aceptó la vía de la maternidad subrrogada.
Ninguna de las pruebas que le realizaron a Christina a lo largo de todo el periodo de gestación fue capaz de detectar ninguna anomalía en el desarrollo del futuro bebé.
Durante todo ese tiempo, el contacto entre Christina y los padres adoptivos fue constante. Ellos estuvieron informados en todo momento de las pruebas realizadas y de su estado de salud.
Ante el inminente parto de Christina, el matrimonio residente en Georgia, se deplazó hasta el hospital donde estaba ingresada para acompañarla durante el parto.
Pero cuando la madre adoptiva accedió a la sala de recién nacidos su decepción fue insoportable. Los facultativos le comunicaron que la pequeña Abaigail padecía el síndrome de Treacher Collins. Una rara dolencia que presenta anomalías en cara y cráneo.
El matrimonio no quiso seguir adelante con el proceso de adopción y con lágrimas en los ojos se despidieron de Christina y abandonaron el hospital para no volver más.
A pesar de sus problemas, Christina no se puede ahora imaginar su vida sin el amor de Abigail.