Recibir imágenes pornográficas en internet por parte de hombres completamente desconocidos se ha convertido en algo relativamente frecuente entre las mujeres de la «era digital» que se inscriben en sitios de citas y aplicaciones para encontrar pareja.
Pero lo que le ocurrió a la británica Samantha Mawdsley nada tiene que ver con la búsqueda del amor o de sexo en la red.
La joven advertía en Facebook que se trataba de una publicación larga pero que «merecía la pena su lectura».
La joven había escrito en Facebook una reseña sobre un restaurante en Manchester, Reino Unido.
Poco después recibió una notificación de un hombre que se presentó como James y a quien nunca había conocido. Le acababa de mandar una foto de sus genitales.
Samantha describió en su blog el espanto que sintió:
«He leído sobre estos místicos acontecimientos pero como llevo tres años en una relación previa a la ‘era Tinder’ (una aplicación de citas) nunca pensé que viviría este horror en primera persona»,
comenzaba el irónico post de Samantha.
«Al principio pensé en ignorarlo porque es lo que nos enseñan a las mujeres desde que somos pequeñas. Pero después decidí llamarle la atención sobre el comportamiento ridículo que había tenido y sobre su doble moral»,
escribió Samantha.
Y su respuesta consistió en darle a ese hombre una dosis de su propia medicina.
Le contestó enviándole varias fotos de penes. Y después publicó las capturas de pantalla de la conversación en Facebook, censurando los genitales de las imágenes con pegatinas de colores y burlones dibujos animados.
Pero, para su sorpresa, (o tal vez no tanto) a su interlocutor no le agradaron nada estas imágenes y en un momento dado llegó a decir: «¡Voy a vomitar!¡Por favor, déjalo ya!».
En su mensaje final, James le pedía que no hiciera pública esa conversación, algo que Samantha asegura que le animó todavía más a publicarlo.
«Quería que los hombres supieran que no todas las mujeres van a guardar silencio y que corren el riesgo de ser expuestos. Y que no está bien hacer eso»,
le contó Samantha a BBC Trending.
Samantha posa en esta foto con su novio, Aneil.
La publicación que de Samantha en Facebook fue compartida miles de veces y eliminada de forma intermitente desde este domingo.
La joven asegura que recibió mensajes de todo el mundo diciendo que es una «inspiración» y que «conquistó internet», y también de hombres disculpándose en nombre de los hombres que hacen ese tipo de cosas.
Problema recurrente
Pero Samantha no es la primera mujer que recibe fotos de penes no solicitadas por parte de hombres en internet.
Este año, varias mujeres comentaron esta cuestión.
La modelo australiana Emily Sears, por ejemplo, reveló que había alertado a sus amigas sobre los hombres que envían este tipo de imágenes.
Y la bloguera y modelo inglesa Stina Sanders señaló el problema al compartir un selfie desnudo que le envió un hombre por internet.
A Samantha, la foto que le envió James le hizo revivir un agrio recuerdo de su adolescencia.
«Cuando tenía 15 años un tipo se sentó a mi lado en la biblioteca y comenzó a masturbarse. Yo era una chica muy tranquila por aquella época, pero sentí ganas de señalarle y gritar»,
contó.
Pero ¿cuál es el impacto que espera que tengan sus acciones?
«Creo que los hombres se lo van a pensar dos veces (antes de enviar una foto de su pene por internet)», dice Samantha.
«Me gustaría que aprendieran la lección de que es inaceptable pero me quedo contenta si tan sólo deja de suceder. Es acoso sexual y no debería estar permitido», agrega.
Y, después de esto, otro hombre le ha enviado una foto de su pene. «Ni siquiera me he dignado a responder. No voy a jugar a ese juego», explica.
En cuanto al hombre, de 30 años, que le envió la primera foto y que ganó una popularidad inesperada, Samantha dice sentirse «casi mal por él». «De todos los hombres que envían fotos de sus penes, él fue el más desafortunado», admite.
Pero no se arrepiente: «Sé que hay una persona detrás de todo esto pero, por el bien común, hay algo que tiene que cambiar. Él puede ser el ‘mártir’ de la causa».
«Y si tratara de contactarme, tal vez me asustaría pero yo no creo haber hecho nada malo. Tan sólo le señalé y grité».