Virulentas escenas las que nos llegan desde China, donde una familia hace piña para defender el honor de una esposa ultrajada por el cachondo marido, que se llevó al lecho conyugal a su joven amante aprovechando que no había nadie en casa.
Los hermanos de la cornuda se lucen de lo lindo demostrando sus técnicas marciales, arreando a diestro y siniestro patadas al estilo Bruce Lee, mientras el sorprendido adúltero, en pelota picada, trata de sortear la tunda sin saber muy bien de dónde le vienen las patadas tan bien dadas.
La amante yace impávida mientras tanto en la mancillada y primorosa cama -poniendo cara de no haber roto nunca un plato-, donde es controlada ojo avizor por una cuñada para que no se ponga quizás flamenca.
Los gritos y excusas inundan la habitación en una mañana donde, se suponía, el buen hombre debía estar trabajando, lo mismo que su iracunda mujer presente en el improvisado sainete.
Al parecer, fue una vecina con las orejas muy grandes quien dio la voz de alarma a los ‘afectados’.
