Este 1 de octubre de 2016, Todd Orr fue atacado dos veces por una osa parda cerca de Bozeman (Montana, Estados Unidos) y grabó un video, que ya han visto millones de personas, en el que muestra sus múltiples y heridas.
Este hombre ha explicado en su cuenta de Facebook que decidió dar un paseo por el bosque Beaverhead-Deer Lodgey y que cada 100 metros gritó para espantar a los plantígrados, que abundan en esa zona.
En un momento dado, Orr vio que una osa con dos oseznos comenzaron a acercarse y les roció con un aerosol especialmente diseñado para evitar ataques de animales, pero no funcionó.
«Se puso encima de mí y mordió mis brazos, mis hombros y mi mochila. La fuerza de cada dentellada era como un martillazo con dientes. Paraba durante algunos segundos y reanudaba su tarea. Una y otra vez. Tras varios minutos, que parecieron una eternidad, desapareció»,
Eso relata el hombre, quien trató de protegerse la cabeza y el rostro.
Aunque Orr estaba herido, se dio cuenta de que sobrviviría, con lo cual intentó caminar y correr los cinco kilometros que lo separaban de su camioneta.
Sin embargo, durante su trayecto la osa lo alcanzó de nuevo y la sangrienta escena se repitió:
«¿Por qué yo? Tuve mucha suerte la primera vez, pero entonces me pregunté si superaría la segunda».
El animal «me mordió los hombros y los brzos de nuevo», uno de sus bocados «atravesó mi antebrazo y escuché un crujido», el dolor «causó que respirara para tomar aire y eso provocó que recibiera» una nuevas dentelladas. Como «sabía que no podía moverme o hacer más ruido, me estuve quieto», pero «otros dos bocados en mi cabeza abrieron una herida sobre mi oreja», la sangre «cubrió mi rostro» y «pensé que era mi final», pero «permanecí quieto, esperando a que terminara».
El agredido detalla que, de repente, la osa se paró y se mantuvo sobre el y se produjo «un silencio sepulcral, salvo por el sonido de su fuerte respiración y sus olisqueos».
Durante 30 segundos, Todd Orr pudo sentir «sus garras delanteras en su zona lumbar» y «el terrible olor que emitía», pero permaneció quieto y el animal «se marchó».
Orr, gravemente herido, tuvo que manejar unos 30 kilómetros hasta el hospital más cercano.
«No fue mi mejor día, pero estoy vivo», concluye su relato.