Un mal trago para la británica Emma Phillips, de 24 años que tiene una hija, aunque con lo ocurrido quiere dar ahora ejemplo a modo de aviso. Así, no le duelen prendas en aparecer estos días en Facebook con sus fotografías tomadas en el hospital de Wallasey, del norte de Gales, donde acabó por pasarse de rosca con un juguete sexual en compañía de su novio, -Lee Miller- a quien todavía no le llega la camisa al cuello.
Según da cuenta ‘Mirror’, el sábado 1 de octubre de 2016, tras una juerga donde ambos empinaron el codo, decidieron ponerse a jugar con un consolador de color rosa de 18 centímetros que, de repente, «desapareció». A los pocos minutos, y sin poder sacárselo, sentía cómo vibraba en su interior.
Antes de tener que enfrentarse al bochorno de llamar a una ambulancia para que se lo sustrajeran, intentaron ambos varios trucos: desde cucharas hasta pinzas para sus recurrentes barbacoas. Fue en vano.
«Luego de una hora de tratar supimos que deberíamos ir a un hospital. Estábamos ambos en shock»,
indicó Phillips.
Dicho y hecho. A dar la cara. La chica lo explica:
«Tuve que hacer la más avergonzante llamada a la ambulancia a las 7 am». Del otro lado del teléfono escuche una voz que me decía: dígame exactamente qué es lo que le ocurrió».
Una vez en el Wrexham Maelor Hospital, los doctores procedieron a la extracción. «Fueron realmente buenos», reconoció la joven.
Una vez fuera de su cuerpo, los profesionales le ofrecieron el vibrador como un «recuerdo». Pero no lo quiso. Casi 12 horas después estaba regresando a su hogar, con las manos vacías.
Ahora, Emma da un consejo sabio para aquellas mujeres que pasen por una situación similar, que la colocó a ella al borde de la cirugía, tal como le advirtieron los médicos. Incluso se hace fotos con vibradores a modo de broma, anque no los puede ver ni de lejos.
«No íbamos a hacer nada porque era muy avergonzante. Hay un gran tabú al respecto. Pero supimos que necesitábamos ayuda».