Es algo omnipresente para quienes viven aquí y un motivo de curiosidad para los turistas: el vapor que emana de las calles de Nueva York forma parte del ADN de la ciudad, tanto como los taxis amarillos o rascacielos de Manhattan.
Pero ¿cuál es el origen de esa icónica humareda constante retratada en películas como «Taxi Driver» de Martin Scorsese?, según recoge BBC Mundo.
Lo que se percibe a simple vista en las calles de Nueva York es apenas la punta del iceberg de un fenómeno mucho mayor.
Se trata del mismo vapor que viaja más discretamente por túneles y cañerías de edificios emblemáticos de la ciudad, como el Empire State Building, la terminal Grand Central o la sede de las Naciones Unidas.
También se usa de distintas formas en hospitales, museos, tintorerías y hasta queserías.
Nueva York posee un sistema de vapor único que, con 169 kilómetros de tuberías subterráneas, es de lejos el mayor del mundo a escala urbana.
Sin esa red de vapor, quizá la silueta de la ciudad de antiguos y modernos rascacielos sería diferente: «Nunca habrían construido esos edificios, porque no podían calentarlos», afirma Dan Holohan, autor de 22 libros sobre el tema, en diálogo con BBC Mundo.
Más de 130 años
El sistema de vapor neoyorquino data de la década de 1880 y su primer cliente fue el edificio de United Bank, en la esquina de Wall Street: le servía como energía para operar sus ascensores.
Actualmente la red llega a cerca de 1.650 clientes o edificios en Manhattan, según datos proporcionados por Con Edison, la compañía que opera el sistema con cuatro estaciones de vapor y dos que generan vapor y electricidad a la vez.
Lo que suele verse en la superficie son filtraciones de ese vapor que recorre la ciudad subterráneamente, escapando por alcantarillas o chimeneas colocadas especialmente para evitar que afecten la visión de transeúntes y conductores.
«Son fugas en las tuberías que necesitan ser reparadas», explica Allan Drury, portavoz de Con Edison. «No es peligroso, no precisa hacerse en seguida», asegura.
El sistema es utilizado principalmente para dar calefacción, aire acondicionado y agua caliente a edificios.
Pero el vapor de Nueva York también se emplea para cocinar o limpiar platos en restaurantes, humidificar salas de museos, planchar ropa en tintorerías o esterilizar material de hospitales.
«Es muy bueno que Nueva York suministre vapor como servicio público, como la electricidad, el gas o el agua: el vapor es muy valioso para los queseros. Necesitamos mucha energía para la pasteurización y también para calentar la cuba mientras hacemos el queso», señala Jon Gougar, quesero principal de la empresa Beecher’s, que tiene una planta de producción en pleno Manhattan.
Gracias al sistema de vapor «podemos operar en un espacio mucho más pequeño y hacer queso en un área urbana, lo cual es inusual», dice Gougar a BBC Mundo.
Explosiones
La pregunta de cuán seguro es el sistema de vapor de Nueva York ha asomado en ciertas ocasiones a lo largo del tiempo.
De hecho, en décadas pasadas hubo algunas explosiones fatales de tuberías de vapor de la ciudad.
Una de ellas mató en 1989 a tres personas (incluidos dos obreros de Con Edison que trabajaban allí) en el barrio de Gramercy Park.
Otra en 2007 dejó un muerto y decenas de heridos cerca de la terminal Grand Central, así como una gigantesca nube de vapor en el medio de Manhattan.
Lo que provocó exactamente esa última explosión ha sido motivo de controversia en estrados judiciales hasta la fecha, con acusaciones a una empresa de Texas que reparó la tubería, pero también señalamientos a Con Edison.
«Hubo múltiples solicitudes de reparaciones en esa ubicación, sabían que había problemas», dice Rick Rutman, un abogado que representó a víctimas, en diálogo con BBC Mundo.
Con Edison ya pagó millones de dólares en compensaciones a quienes sufrieron daños y asegura que recientemente ha iniciado un monitoreo remoto de su sistema de vapor, para evitar que las bóvedas se llenen de agua, lo cual puede ser peligroso.
«Continuamos estudiando cambios en los procedimientos y mejoras en los equipamientos que puedan aumentar aún más la seguridad», dice Drury.
La empresa sumó recientemente algunos clientes de alto perfil, como el moderno edificio 432 Park Avenue, uno de los rascacielos más altos de Manhattan.
Pero admite que la tendencia «ha sido levemente a la baja» en su cantidad de clientes, algo que atribuye entre otras cosas al bajo precio relativo del gas natural.
Sin embargo, el uso del vapor para calefacción en Nueva York es mucho más extendido que la red subterránea: buena parte de los edificios que lo usantienen calderas en los sótanos para producir su propio vapor, sostiene el experto Holohan.
Y opina que cambiar la forma de calentar edificios antiguos sería un despropósito.
«A veces escucho personas (diciendo) que hay que deshacerse de todo esto. ¿Y qué vamos a hacer con el edificio Empire State ahora?», pregunta.
«No se puede poner un sistema de calefacción más eficiente en ese edificio», asegura.
Fuente original: BBC Mundo/ Leer más
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