Cuando Fernando Bernardo había comido ya 67 cápsulas, comenzó a sentirse mal y solicitó ayuda, pero los narcos no hicieron nada
Fernando Bernanrdo murió cuando una de las cápsulas de droga que transportaba en el estómago explotó. Ahora se juzga a los cuatro presuntos narcos responsables de la organización.
Están acusados de no socorrerlo y de abrirlo en canal para extraer la droga después. Fernando llevaba años trabajando como ‘mulero’ para ellos.
El asturiano era uno más de esos consumidores adictos a la cocaína, que acababan contrayendo una deuda con el narco, que les obliga a repetir una y otra vez los viajes para pagarla.
El gijonés había empezado a viajar como mulero entre República Dominicana y España en 2011 y acabó adeudando 14.000 euros por el consumo propio y las pequeñas ventas que hacía de la droga.
Su contratista, Reyes, fue a vivir a Berna (Suiza) y se dio cuenta de que era más rentable mover la droga entre España y el país helvético que en la anterior ruta. Así, desde 2013 y con una periodicidad de dos veces al mes, el narco adquiría alrededor de un kilo de cocaína en Madrid y llamaba a Bernardo para que la ingiriera en Burgos y la transportara.
La última vez que Bernardo fue al piso de los dominicanos en Villadiego fue el 7 de julio de 2014. Allí se encontraban los miembros de la organización Benjamín Guzmán, Alba Cabrera y Alexander Mendez. Cuando Bernardo había comido ya 67 cápsulas, comenzó a sentirse mal y solicitó ayuda.
No era la primera vez que se encontraba mal, de hecho, en una de las anteriores ocasiones así se lo contó a su novia a través de Whastapp. Aquella mañana el hombre tuvo vómitos y contusiones, pero nadie llamó a una ambulancia.
Pidieron a Heriberto Reyes, el jefe, que acudiera al domicilio, porque se había ausentado para preparar el viaje a Suiza.
Bernardo falleció en el domicilio por una sobredosis de cocaína de extremada pureza por la rotura de una de las cápsulas.
Los acusados, siempre según el relato de la Fiscalía, rajaron el vientre del fallecido para extraer las cápsulas ingeridas.
Después le decapitaron y descuartizaron, le metieron en una maleta y lo tiraron en un bosque del sur de Francia.
No obstante, se dejaron por descuido tres bolas de coca en el colon y esófago de la víctima. La Policía francesa encontró el cadáver y analizó la droga. Era la misma partida que le encontraron al acusado. Piden para los facinerosos entre 24 y 30 años de cárcel.