Como dice el Evangélico, nunca sabréis ni el día ni la hora. Tampoco dónde puede esconderse la desgracia.
En el caso de Luisa Fernanda Buitrago, lo que iba a ser un bonito recuerdo para toda la vida terminó siendo una tragedia incomensurable.
Un tatuaje que se hizo debajo del seno derecho produjo a esta colombiana de 16 años una bacteria que la terminó dejando en silla de ruedas, y por el tratamiento para eliminarla, perdió un bebé que esperaba.
«No me dejes caer jamás», dice la frase que la joven de entonces 14 años se tatuó donde un vecino en Monterrey, Casanare, y que le costó 13,3 dólares.
A los 15 días, Luisa estaba internada en un hospital de Villavicencio, de acuerdo con Prensa Libre Casanare.
Los exámenes médicos descubrieron que una bacteria le afectó el nervio ciático y la médula espinal, que le ocasionó pérdida de sensibilidad en las piernas, presuntamente adquirida por la falta de asepsia del lugar donde se realizó el tatuaje y en los instrumentos con los que se elaboró.
«Empecé con un dolor de espalda, sentía hormigueo en los pies, se me inflamó el estómago, no sentía las partes íntimas», contó Luisa a Prensa Libre Casanare. Así perdió la habilidad de caminar, incluso de ponerse de pie, en cuestión de días.
A través de una resonancia, los médicos se dieron cuenta que tenía una infección en toda la espalda, por lo que fue sometida a varias cirugías para drenar y lavar la columna.
Además de varios medicamentos recetados para contrarrestar la bacteria.
En ese procedimiento duró mes y medio, cumplió los 15 años internada en el hospital. A causa de todo esto, tuvo un aborto espontáneo y perdió el bebé que esperaba.
Ahora espera una nueva cirugía con la que tiene posibilidades de volver a caminar como explica a Hora 7/24:
«Cuando me dice el neurocirujano: ‘No vas a volver a caminar durante un tiempo’ fue muy duro porque en realidad una juventud en una silla de ruedas no es buena. Ser independiente y que de la noche a la mañana dependas de alguien es bastante duro».