La destrucción de la economía venezolana sigue siendo un caso de estudio. Entre el 2013 y el 2017 el Producto Bruto Interno de Venezuela cayó un 37%, y este año el Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que caiga otro 15%.
La magnitud de esta pérdida de riqueza es descomunal, y se calcula que el año pasado los venezolanos perdieron 11 kilos de peso corporal, en promedio, por las limitaciones en su dieta, según un reporte de la BBC. También, la escasez de productos de primera necesidad, de recursos de todo tipo y ahora también, debido a la emigración de mano de obra calificada, están golpeando con fuerza al país.
La recesión de la economía es tan histórica como el colapso general: durante los últimos 12 trimestres el PBI se ha estado achicando, de acuerdo a datos de la Asamblea Nacional de Venezuela, que la oposición logró controlar en las elecciones de 2015 y que el régimen chavista de Nicolás Maduro, en consecuencia, ha vaciado de todo poder.
A esto se suma una hiperinflación, que en 2017 llegó al 2000% y que este año podría 1.000.000%, y que ya ha provocado cambios de monedas.
Esta calamitosa situación se encuentra exacerbada por la represión cada vez más intensa del régimen, que hace casi imposible la opción de un triunfo electoral en comicios marcados por las rutinarias acusaciones de fraude.
En respuesta, millones de venezolanos han emigrado del país y cientos de miles lo están intentando en este momento, en su mayoría a través de los limítrofes Colombia y Brasil, pero alcanzando a casi todo los países de América del Sur y creando tensiones regionales.
¿Pero cómo se llegó a esta situación al borde de la catástrofe humanitaria, cómo se derrumbó el chavismo y su Socialismo del Siglo XXI, que tantas expectativas habían creado hace una década?
1-Ascenso y caída del socialismo del petróleo
Cuando Hugo Chávez llegó al poder, en 1999, el precio del barril de petróleo estaba en un pozo: se comercializaba a unos 16 dólares, según datos de la OPEP.
Eran malas noticias para uno de los países con mayores reservas de petróleo del mundo que ha postergado el desarrollo de cualquier otra industria y depende casi exclusivamente del crudo para su supervivencia.
Venezuela estaba en un momento difícil, la pobreza alcanzaba casi el 50% y la inestabilidad política era alta. Y entonces Chávez prometió un cambio basado en la redistribución de la riqueza, que tuvo al principio dificultades en cumplir: lo intentaron derrocar en 2002.
Pero entonces el presidente estadounidense George W. Bush, el «mister danger» de Chávez contra el que tanto despotricó, le hizo un enorme favor. Invadió Irak en 2003, y el precio del petróleo comenzó a crecer.
Para el año 2012 el precio del barril se encontraba en los 100 dólares y Chávez era el amo absoluto de la política venezolana, habiendo bajado la pobreza gracias al «oro negro»: cerca de 750.000 millones de dólares provenientes de su venta ingresaron al país entre 2004 y 2015, de acuerdo a BBC News.
Chávez murió en 2013 y su sucesor, Nicolás Maduro, no tuvo tanta suerte. Luego de la crisis financiera de 2009 y su impacto en la economía mundial, y un crecimiento descontrolado de la producción de petróleo, el crudo comenzó a caer.
Además de esto, la estatal PDVSA inició su propia crisis de colapso de producción debido a la mala gestión chavista que invirtió poco y mal en la exploración del recurso en un contexto de corrupción generalizada, como indica BBC News.
Cuando Maduro asumió en 2014 el barril costaba 96 dólares, un año después 49, y en 2016 entre 30 y 40. El principal recurso e ingreso de Venezuela, la torta para repartir, se había casi evaporado.
2- La dependencia en las importaciones y los controles de precios
Mientras el petróleo estuvo caro y el dinero entraba, Venezuela podía permitirse importar todo lo que necesitaba y financiar amplios programas sociales para mejorar la situación de la población.
En ningún momento durante el chavismo se potenció el desarrollo de industrias o del sector agrario, y las sucesivas nacionalizaciones de Chávez perjudicaron la producción de las empresas expropiadas y la iniciativa privada se limitó a importar barato y nada más.
El régimen también implementó controles de divisas para intentar evitar la inflación, sin éxito.
«Chávez satanizó el libre mercado. El Estado pasó ser un gran aparato productivo y centralizador, con repudio a la propiedad privada, un estricto control de precios y de transacciones cambiarias», indicó el economista Luis Arturo Bárcenas, de la consulta Ecoanalítica, a BBC News.
Estos controles aumentaron con Maduro, al tiempo que el gobierno hacía crecer el gasto público para mantener los programas sociales.
A todo este cóctel se sumaron este año las sanciones de Estados Unidos al país y a un grupo de funcionarios chavistas, lo que ha provocado serios problemas para Venezuela a la hora de conseguir préstamos en el mercado financiero internacional.
3-El flagelo de la hiperinflación
En medio de esta situación crítica, el gobierno venezolano se ha dedicado a imprimir más y más dinero para cubrir las cuentas públicas ante la baja de ingresos, y divisas, de parte de la industria del petróleo.
El resultado es una hiperinflación creciente que este año podría llegar a un millón por ciento, según el FMI, y el colapso del bolívar venezolano, al que ya le han quitado varios ceros.
Y con esta hiperinflación se ha instalado la escasez de productos básicos como el jabón y el papel higiénico, pero también los medicamentos.
Los controles de precios que intentan frenar este fenómeno han llevado, por su parte, al quiebre de numerosos comercios que se ven obligados a vender a un valor menor del que compraron la mercadería.
Chávez recibió el país con un 50% de pobres, y en su mejor momento llegó a reducir este nivel al 20%, todo un logro que potenció al Socialismo del Siglo XXI. ¿Cuál es la pobreza estimada para el año pasado? Cerca del 87%, una suba del 40% en tres años, según la Universidad Católica Andrés Bello en Venezuela. El régimen ya no pública la estadística.
4- Crisis política y emigración en masa
La crisis política en Venezuela es tan fuerte como la económica, con un país partido entre chavistas y opositores, con el agravante de que el Estado ya no es un actor creíble que pueda organizar elecciones transparentes.
Tampoco es creíble en cuanto al respeto del resultado de elecciones libres: Maduro ha sustituido a la Asamblea Nacional, electo en 2015, por la Asamblea Constituyente para evitar que el órgano legislativo sea controlado por la oposición.
Esta situación derivó en fuertes protestas brutalmente reprimidas por el gobierno, que tuvieron un pico en 2017 y dejaron un saldo de al menos 120 muertos y 2.000 heridos.
Este año las protestas se redujeron, pero el éxodo aumentó considerablemente. Los venezolanos parecen haber dejado de tener esperanzas en la política, la elección de representantes y la protesta, y comenzaron a marcharse.
En ese contexto, Maduro fue reelecto en mayo presidente con el 68% de los votos en unos comicios considerados fraudulentos y con muy escasa participación.
Al mismo tiempo la crisis ha generado fuertes reacciones en los países de la región, en el Mercosur y en la Organización de los Estados Americanos, aunque aún no se ha logrado una resolución al respecto de la crisis en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde Rusia, aliado de Venezuela, tiene poder de veto.
5- Los militares y el control de la prensa
Chávez, Maduro y Diosdado Cabello, los tres nombres fuertes del chavismo, se formaron en las fuerzas armadas de Venezuela. El propio Chávez inició un fallido golpe de Estado en 1992, y fue blanco de otro en 2002.
Desde los inicios el ejército han tenido un rol vital en el gobierno chavista. Numerosos militares han ocupado cargos públicos y controlado empresas estatales como PDVSA, y actualmente un tercio del gabinete de Maduro está compuesto por ex soldados.
La Fuerza Armada Nacional Bolivariana también está involucradas en la producción, importación y distribución de alimentos, como recuerda BBC News, que en muchos casos se distribuye gratuitamente a la población según su lealtad al gobierno.
Algunos militares están también vinculados al tráfico de drogas ilícitas a través de infraestructura estatal venezolana, el denominado «Cartel de los soles».
Finalmente, el chavismo ha también ejercido un enorme control sobre la prensa, expropiando medios o presionándolos para cambiar su línea editorial mediante la restricción en el acceso al papel utilizado en la impresión de diarios, entre otras herramientas de coerción.